Desde que eras un niño, probablemente te han dicho que leas porque «es bueno para ti». Los padres y los médicos, los profesores y los bibliotecarios -incluso yo en este mismo sitio- han pregonado los numerosos beneficios de los libros para la salud y el bienestar, pero ¿alguien le ha dicho alguna vez lo que la lectura hace a su cerebro? Te sorprenderá saber qué ocurre exactamente en tu cabeza cuando abres un libro.
La lectura es quizás uno de los mejores pasatiempos del mundo, y uno de los más saludables. Tanto si se lee ficción como no ficción, un periódico o un poema, la lectura no sólo es educativa e informativa, sino también entretenida y relajante. Y, aunque todavía es un área ampliamente inexplorada, la investigación sobre la lectura ha demostrado sus muchos beneficios.
A lo largo de los años, médicos, científicos e investigadores han confirmado que la lectura es una actividad que reduce el estrés y puede disminuir el ritmo cardíaco y la presión arterial. Se ha demostrado que mejora la memoria de las personas, aumenta la potencia cerebral e incluso mejora las habilidades empáticas. La lectura se ha relacionado incluso con una mayor duración de la vida.
¿Pero cómo hace exactamente todo eso la lectura? Como muchos otros fenómenos humanos, todo empieza en el cerebro. Puede que no lo parezca, pero cuando estamos mirando las palabras en la página, nuestro cerebro está ejecutando varios procesos simultáneos, desde el análisis de las palabras y la detección auditiva hasta la vocalización y la visualización, hasta la experiencia que conocemos y amamos llamada lectura.
Es un proceso mágico, y todavía algo misterioso, pero aquí hay cinco formas en que la lectura afecta a tu cerebro, y lo que significa para tu vida.
No es raro que la gente diga que un libro ha cambiado su vida, pero ¿sabías que leer una novela puede cambiar el cerebro? Investigadores del Centro de Neuropolítica de la Universidad de Emory han descubierto que la lectura de una narración puede provocar cambios en el cerebro, no sólo mientras se participa en la actividad, sino también en la conectividad en estado de reposo. ¿Qué significa esto exactamente?
Según el estudio, cuando leemos, la conexión entre la corteza temporal izquierda del cerebro -el área asociada a la recepción del lenguaje- se intensifica. Es más, esa actividad aumentada continúa durante varios días después de la lectura.
Por ejemplo, si estás leyendo un pasaje de Harry Potter en el que huye de los Dementores, las neuronas asociadas al acto físico de correr se activan realmente. Un fenómeno conocido como cognición fundamentada, la lectura no sólo te pone figurativamente en los zapatos de otra persona, sino que lo hace literalmente a través de la biología del cerebro.
En 2009, los científicos Timothy Keller y Marcel Just descubrieron pruebas de que las instrucciones intensas de mejora de la lectura en los niños pequeños realmente hacen que el cerebro se recablee físicamente. Al hacerlo, el cerebro crea más materia blanca que mejora la comunicación dentro del cerebro. Los resultados sugieren que los déficits de lectura en los niños pueden apuntar a problemas específicos en los circuitos del cerebro que pueden ser tratados y mejorados con la lectura.
La lectura implica varias funciones cerebrales, incluyendo los procesos visuales y auditivos, la conciencia fonémica, la fluidez, la comprensión, y más. Según las investigaciones en curso de los Laboratorios Haskins para la Ciencia de la Palabra Hablada y Escrita, la lectura, a diferencia de ver o escuchar medios de comunicación, da al cerebro más tiempo para detenerse, pensar, procesar e imaginar la narración que tenemos delante. Este aumento de la actividad mental ayuda a mantener la memoria aguda de la misma manera que levantar pesas mantiene los músculos tonificados. Leer y procesar lo que está escrito, desde las letras a las palabras, pasando por las frases y las propias historias, potencia la actividad cerebral.
Según la neurocientífica Susan Greenfield y su libro Mind Change, Internet ha mejorado la capacidad de los usuarios para la memoria a corto plazo y la capacidad de multitarea, pero en realidad puede dividir nuestra atención, a diferencia de la lectura. Cuando leemos una novela, lo hacemos de forma lineal, en lugar de saltar esporádicamente de una pestaña a otra, y pensamos lentamente en la información que tenemos delante. Este ejercicio de tomarse tiempo para procesar la narración, para pensar en las complejas capas de la historia y en cómo encajan entre sí, en realidad aumenta la capacidad de una mayor capacidad de atención, especialmente en los niños.