Interrupción del embarazo antes de que el feto sea viable. En el sentido médico, este término y el de aborto espontáneo se refieren ambos a la interrupción del embarazo antes de que el feto sea capaz de sobrevivir fuera del útero. El término aborto se utiliza más comúnmente como sinónimo de aborto inducido, la interrupción deliberada del embarazo, en contraposición al aborto espontáneo, que connota una pérdida espontánea o natural del feto. Debido a esta distinción hecha por el profano promedio, se debe tener cuidado en el uso de la palabra aborto cuando se habla de una pérdida espontánea del feto.
La técnica elegida para interrumpir el embarazo depende de la etapa del mismo y de las políticas de la institución y de las necesidades del paciente. Es raro que un feto sobreviva si pesa menos de 500 g, o si el embarazo se interrumpe antes de las 20 semanas de gestación. Sin embargo, estos factores son difíciles de determinar con un alto grado de precisión mientras el feto está todavía en el útero; la supervivencia del feto que nace cerca del final del segundo trimestre suele depender en gran medida de la disponibilidad de personal y equipos capaces de mantener la vida hasta que el bebé se desarrolle lo suficiente.
La fiabilidad del feto fuera del útero se utiliza con frecuencia como factor determinante para decidir la legalidad y moralidad del aborto inducido. Que este sea un criterio válido se basa esencialmente en si se cree que el feto es humano desde el momento de la concepción o que alcanza la humanidad en algún momento del desarrollo físico. Quienes se oponen al aborto por motivos morales creen que el feto es humano o potencialmente humano y que la destrucción del cuerpo del feto equivale a un asesinato. Muchos otros tienen la misma convicción de que el aborto es un derecho de la mujer.
La liberalización de las leyes sobre el aborto ha dado lugar a un aumento espectacular del número de abortos realizados en consultorios médicos, clínicas y hospitales. Si bien esto ha disminuido la ocurrencia de abortos sépticos realizados a manos de abortistas sin escrúpulos y ha mejorado la posibilidad de una recuperación física segura y sin incidentes de un aborto inducido, el tema sigue siendo controvertido y cargado de emoción. El profesional de la salud que se opone firmemente al aborto es legal y moralmente libre de elegir no participar en el procedimiento y se le aconseja que evite situaciones que impliquen la responsabilidad de atender a pacientes que han elegido el aborto como medio para poner fin a un embarazo no deseado. Las mujeres que han tomado la decisión de abortar necesitan un entorno seguro y sin prejuicios para recuperarse física y emocionalmente del procedimiento.
La paciente debe saber que existen otras alternativas y que un aborto después de las 20 semanas es desaconsejable por razones médicas y de otro tipo. El asesoramiento previo al aborto en cuanto a los aspectos psicológicos, religiosos y legales del mismo debe estar fácilmente disponible, con la derivación inmediata a los recursos adecuados. Aunque la demora en la realización del procedimiento puede aumentar el riesgo de complicaciones, no se debe alentar a ninguna paciente a realizar un aborto hasta que haya tenido tiempo y suficiente asesoramiento para tomar una decisión racional. Durante el asesoramiento postaborto se debe hablar de los distintos métodos anticonceptivos. La cliente necesitará información sobre las ventajas y desventajas de cada método, sus responsabilidades en la prevención de futuros embarazos no deseados, y la ayuda disponible para iniciar y seguir un programa de anticoncepción eficaz. Se le debe informar de que las mujeres que han tenido dos o más abortos corren un riesgo mucho mayor de sufrir un aborto espontáneo en los primeros seis meses de los siguientes embarazos.
En los casos de aborto espontáneo o habitual, la atención a la paciente se orienta hacia el apoyo emocional de la misma y la aceptación de sus sentimientos de amargura, pena, culpa, alivio y otras emociones asociadas a la pérdida del feto. La paciente debe poder expresar sus sentimientos en un entorno abierto, sin juicios de valor y sin amenazas.