Un fascinante estudio del afamado biólogo Thomas Eisner arrojó luz sobre este inusual comportamiento. En un episodio anterior, conocimos la historia de las hormigas como guardianas de los pulgones. Los pulgones proporcionan a las hormigas melaza, un alimento rico en carbohidratos, y las hormigas protegen a los pulgones de los insectos que querrían comerlos, como las larvas de crisopa. Al retirar los restos de la basura que recogían las larvas de crisopa, Eisner descubrió que las crisopas que intentaban entrar en una colonia de pulgones para cenar eran detectadas inmediatamente por los pastores, las hormigas, y expulsadas de la colonia y a veces del árbol. Sin embargo, cuando las larvas de crisopa se disfrazaban con restos de áfidos, productos fabricados por los áfidos como cera o pieles, se colaban fácilmente entre las hormigas y disfrutaban de un festín de áfidos del mismo modo que el lobo de Esopo se colaba entre el pastor para conseguir una sabrosa cena de cordero.
Cuando llegue la primavera y vuelvan las flores, busque pequeños mechones de pelusa errante o líquenes itinerantes en las flores y en la corteza de los árboles y podrá contemplar a estos pequeños lobos de los pulgones con piel de cordero.