Esta pregunta me la hacen más a menudo que ninguna otra.
La respuesta corta es «siendo muy persistente». Y aunque concisa, es definitivamente cierta.
Aquí están los pasos que di: Me inicié en la fotografía a finales del instituto tras pedirle prestada una vieja cámara Olympus al padre de un amigo. Asistí a la Universidad de Nebraska-Lincoln y -después de cambiar de carrera un par de veces y tomar clases de todo tipo, desde astronomía hasta apicultura- me especialicé en fotoperiodismo. Trabajé en el periódico del campus y tomé fotos constantemente.
Mi primer trabajo fotográfico fue para un periódico de Wichita, Kansas, durante seis años, primero como fotógrafo y luego como su director de fotografía.
Aproximadamente a la mitad de ese tiempo, conocí a James Stanfield, una de las leyendas de la fotografía en National Geographic. Amablemente vio mi trabajo y me recomendó que enviara mi portafolio a la sede de la Sociedad en Washington, D.C.
Durante los dos años siguientes, envié clips de mi mejor trabajo del periódico, normalmente en intervalos de tres meses. Eso me llevó finalmente a un encargo de un día, seguido unos meses más tarde por un encargo de nueve días, y así sucesivamente. Trabajé como un loco en esos encargos -y en cada uno de ellos desde entonces- e hice todo lo posible para asegurarme de que las fotos fueran estelares.
Ser muy «tipo A» y rozar la obsesión me ayudó mucho a conseguir que el Geographic se fijara en mí. Es casi un requisito si quieres fotografiar para ellos.
A pesar de lo importante que es la persistencia obstinada, tienes que aprender a frenarla cuando sea apropiado. Hay una línea muy fina entre ser persistente y ser un pesado. Si das la impresión de ser esto último, molestarás a aquellos cuya atención buscas, y tus posibilidades de llegar a algún sitio en la vida se reducen. Tengo que trabajar para calmarme después de volver de un encargo, o volvería loca a mi familia.
Respecto a la educación: muchos de los fotógrafos de National Geographic aprendieron fotografía por su cuenta, y provienen de entornos muy alejados del periodismo. Personas como Tim Laman, Mark Moffett y Christian Ziegler tienen una sólida formación en ciencias, lo que les convierte en excelentes fotógrafos de historia natural. Otros aportan habilidades especiales además de la fotografía, como la experiencia de Stephen Álvarez en cuevas, o las habilidades de Paul Nicklen como buceador.
Para entrar en National Geographic, tienes que ofrecerles algo a lo que no tengan ya acceso, lo cual es una tarea difícil. No basta con ser un gran fotógrafo. Tienes que ser un gran fotógrafo y ser capaz de bucear bajo el hielo marino, pasar días en los árboles de los trópicos, hablar ruso con fluidez y conocer Moscú como la palma de tu mano, o ser un genio absoluto en la iluminación de situaciones imposibles.
Para saber más sobre cómo es trabajar para National Geographic, visita The Photo Society, un sitio dirigido por sus fotógrafos colaboradores.