Del latín identitas, la identidad es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Estos rasgos caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás. Por ejemplo: «El mate forma parte de la identidad rioplatense”, «Una persona tiene derecho a conocer su pasado para defender su identidad”.
La identidad también es la conciencia que una persona tiene respecto de sí misma y que la convierte en alguien distinto a los demás. Aunque muchos de los rasgos que forman la identidad son hereditarios o innatos, el entorno ejerce una gran influencia en la conformación de la especificidad de cada sujeto; por esta razón tienen validez expresiones tales como «estoy buscando mi propia identidad”.
En este sentido, la idea de identidad se asociada con algo propio, una realidad interior que puede quedar oculta tras actitudes o comportamientos que, en realidad, no tienen relación con la persona: «Sentí que había perdido mi identidad; comencé a aceptar trabajos que no me gustaban y con los que no tenía nada en común”.
El concepto de identidad sexual hace referencia a la visión que cada persona tiene de su propia sexualidad, lo cual resulta determinante a la hora de relacionarse con el resto de la sociedad. La noción vincula la dimensión biológica del ser humano con el aspecto cultural y la libertad de elección.
La identidad pertenece al grupo de conceptos que suelen generar controversia cuando se mezclan con la religión o la política, dado que puede entenderse de dos formas muy definidas y opuestas, una relacionada con la libertad y la autenticidad, y la otra, con la asunción de un rol social determinado por los mayores. La primera hace alusión a esa búsqueda que se menciona en párrafos anteriores, y parte de aceptar que la identidad se forma, se moldea, se enriquece.
Un documento de identidad no es otra cosa que un trozo de papel con una serie de datos alfanuméricos que ayudan a mantener el orden, a controlar a los ciudadanos de una misma nación; pero nada dice de quién es su portador en la realidad, qué siente, cuáles son sus intereses. Peor aún, no garantiza que dicho sujeto se sienta orgulloso de pertenecer a su país de origen. Es tan sólo información fría y de carácter organizacional; pero no todos lo consideran así.
Retomando el tema de la sexualidad, teniendo en cuenta el rechazo que muestran los grupos nacionalistas y religiosos a quienes desean recorrer su propio camino, es esperable que desprecien aún más a alguien que no se sienta cómodo con su género. Los seres humanos que temen conocerse a ellos mismos, hacerse preguntas, mostrarse como realmente son, tienden a refugiarse en la falsa seguridad que les proporciona un grupo; desde esa quietud, se burlan y atacan a quienes han tenido la valentía de buscar su propia identidad.
Es importante aclarar que la identidad sexual no tiene relación con la orientación sexual: la primera se refiere al género que una persona siente que la representa o que le corresponde; la segunda, en cambio, se refiere al género hacia el cual se siente atraída. Ambos casos, sin embargo, escapan a la voluntad, por lo cual es también incorrecto hablar de «elección». Asimismo, pueden darse simultáneamente en un mismo individuo.
Se conoce como identidad algebraica a la igualdad entre expresiones algebraicas que se verifica siempre a partir de cualquier valor de las variables que intervienen: xM + xN = x(M + N) es una identidad ya que, cualquiera sea el valor de las variables, siempre existirá una igualdad.