Cerca del 33% de los adultos de Estados Unidos padecen la enfermedad típicamente asintomática conocida como «hipertensión».1 Cuando los profesionales de la salud tratan las dolencias de estas personas, deben tener precaución, ya que varios medicamentos están contraindicados. Por ejemplo, dado que los descongestionantes, que se utilizan con frecuencia para tratar la congestión nasal, pueden aumentar la presión arterial (PA), su uso es motivo de preocupación en los pacientes con hipertensión.
La congestión nasal, a menudo denominada «nariz tapada», es un síntoma típico del resfriado común, que se produce cuando los tejidos y los vasos sanguíneos nasales y adyacentes se hinchan con un exceso de líquido.2 Este síntoma ha sido descrito como el más molesto por los adultos con alergias.2,3 Se recomienda a las personas con congestión nasal que beban mucho líquido para diluir la mucosidad y favorecer el drenaje nasal. También se recomienda que los pacientes afectados descansen mucho y limiten sus actividades.4 Además, a menudo se utilizan medicamentos de venta libre para controlar los síntomas; sin embargo, no acortan la duración de la enfermedad y sólo ofrecen un alivio temporal.
Las personas con hipertensión deben saber que los descongestionantes pueden elevar su PA. Diversas directrices médicas caracterizan la hipertensión en adultos como una PA sistólica de 140 mm Hg o superior o una PA diastólica de 90 mm Hg o superior.5 La hipertensión se trata utilizando diversos métodos para reducir la PA hasta un objetivo predeterminado. La Asociación Americana del Corazón advierte a todas las personas con hipertensión, incluidas las que están en tratamiento, que lean las etiquetas de todos los medicamentos de venta libre antes de utilizarlos.6
Descongestionantes
Los descongestionantes nasales son vasoconstrictores que pertenecen a la clase farmacológica de las aminas simpaticomiméticas. Ejercen su acción principal activando los receptores alfa-adrenérgicos de los vasos sanguíneos de la mucosa nasal. Esto da lugar a una vasoconstricción, que disminuye el flujo sanguíneo a través de la mucosa nasal y reduce el tejido.7 Los descongestionantes están disponibles en múltiples formulaciones con distintos grados de efectos sistémicos, incluida la posible elevación de la PA.
Descongestionantes orales
Los descongestionantes pseudoefedrina y fenilefrina pueden ofrecer un alivio leve de la congestión nasal asociada al resfriado común.8 Estos medicamentos se administran solos o en combinación con antihistamínicos, que minimizan otros síntomas asociados al resfriado común.
La pseudoefedrina es un ingrediente común en más de 135 medicamentos y ha demostrado su eficacia en el tratamiento de la congestión nasal. En un metaanálisis realizado en 2005 se observó que el fármaco elevaba la PA en forma significativa (0,99 mm Hg) y la frecuencia cardíaca (2,83 latidos/min). Sin embargo, los resultados no revelaron ningún efecto sobre la PA diastólica. Los mayores aumentos de la PA se asociaron a las dosis más altas y a las formulaciones de liberación inmediata de pseudoefedrina.9
Los estudios que compararon la fenilefrina con el placebo no mostraron una mejora significativa en las medidas de congestión nasal. Se carece de datos sobre el efecto de la fenilefrina en la PA.
La fenilefrina y la pseudoefedrina se han descrito como seguras y eficaces para el tratamiento de la congestión nasal.9 Sin embargo, como resultado de la Ley de lucha contra la epidemia de metanfetamina de 2005, los productos de pseudoefedrina se mantienen «detrás del mostrador» y tienen ciertas restricciones en cuanto a su compra.
Descongestionantes tópicos
La nafazolina, la oximetazolina y la fenilefrina son descongestionantes tópicos de uso común. Aunque se espera que estos agentes promuevan la actividad local, la FDA exige que sus instrucciones contengan una advertencia para las personas con PA elevada; sin embargo, los datos sobre la conexión entre su uso y la hipertensión son escasos. A diferencia de otros descongestionantes tópicos, la propilhexedrina es un descongestionante tópico de venta libre que no está obligado a llevar una advertencia contra el uso no supervisado en pacientes con hipertensión.10 El uso de descongestionantes nasales tópicos durante más de 5 días se asocia con el desarrollo de rinitis medicamentosa, también conocida como «rinitis de rebote», que puede conducir a la dependencia del usuario.11
Alternativas
Una revisión Cochrane de 2003 concluyó que la monoterapia con antihistamínicos no alivia la congestión nasal en un grado clínicamente significativo. En esa revisión, se observó que los antihistamínicos de primera generación tenían mayores efectos adversos que el placebo, y que ni los de primera ni los de segunda generación aumentaban la PA. Los antihistamínicos pueden utilizarse en combinación con descongestionantes; sin embargo, no deben utilizarse en niños pequeños.8
La salina se ha utilizado para aliviar la congestión y se cree que diluye la mucosidad de las cavidades sinusales. El aumento de la humedad en el entorno de los pacientes con congestión nasal también puede proporcionar alivio; por lo tanto, se recomienda el uso de humidificadores. Una tercera solución, las tiras nasales, pueden ayudar a abrir las fosas nasales y, por tanto, mejorar la respiración en los pacientes con congestión.11
El papel del farmacéutico
Con su formación en medicamentos de venta libre, los farmacéuticos pueden desempeñar un papel importante en el manejo de la descongestión en sus pacientes. No se puede recomendar ningún producto que proporcione un alivio seguro y eficaz de la congestión en todos los pacientes con hipertensión. Por lo tanto, los conocimientos de los farmacéuticos sobre la medicación, junto con su gran capacidad para obtener información valiosa de los pacientes, pueden garantizar una selección óptima de los medicamentos para las personas con hipertensión.
Clarence D. Moore, PharmD, BCPS, BCOP, es profesor adjunto en la Facultad de Farmacia Bernard J. Dunn, de la Universidad de Shenandoah, en Ashburn, Virginia.
Referencias