El caso Northern Securities (1904), que estableció la reputación del presidente Theodore Roosevelt como «destructor de fideicomisos», llegó al Tribunal Supremo en 1904. Fue el primer ejemplo del uso que hizo Roosevelt de la legislación antimonopolio para desmantelar un monopolio, en este caso un holding que controlaba las principales líneas ferroviarias desde Chicago hasta el noroeste del Pacífico.
En 1901, el constructor de ferrocarriles James J. Hill, de St. Paul (Minnesota), se enfrentó a un intento de su acérrimo rival Edward H. Harriman de hacerse con el control del Chicago, Burlington, and Quincy Railroad. Hill, que controlaba los ferrocarriles Great Northern y Northern Pacific, quería acceder a Chicago para sus líneas desde las Ciudades Gemelas. Tras una prolongada y potencialmente desastrosa guerra de ofertas por el CB&Q, Hill y Harriman cooperaron con el banquero J. P. Morgan y el financiero John D. Rockefeller para crear la Northern Securities Company. Establecida en el estado de Nueva Jersey (que contaba con leyes favorables a este tipo de acuerdos), Northern Securities poseía la mayoría de las acciones de los ferrocarriles CB&Q, Northern Pacific y Great Northern, junto con otras carreteras más pequeñas asociadas a estos tres.
En 1902, el presidente Theodore Roosevelt dio instrucciones a su Departamento de Justicia para que desarticulara este holding alegando que se trataba de una combinación ilegal que actuaba para restringir el comercio. Utilizando la Ley Antimonopolio de Sherman, el gobierno federal lo hizo y la Northern Securities Company demandó para apelar el fallo. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, donde los jueces fallaron 5-4 a favor del gobierno federal. La acción de Roosevelt había ignorado el consejo de los principales conservadores del Partido Republicano y demostró su independencia de los mayores del partido. También aumentó su apoyo popular y le ayudó en su campaña electoral de 1904.