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El cuerpo en Cuerpo-Mente-Alma-Espíritu

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Fortalecemos el cuerpo para aquietar la mente — y aquietamos la mente para liberar el espíritu. El poder de esta intención se pierde a menudo en los gestos pseudoespirituales que, lamentablemente, se han convertido en el sello de la enseñanza de la «Nueva Era». A lo que realmente se reduce es a ser lo mejor que puedas con los recursos que tienes a tu disposición, porque lo que tienes a tu disposición anuncia su propio tipo de perfección.
El cuerpo es la única casa que poseemos realmente y, aun así, es una especie de alquiler. Es de vital importancia que cuidemos esta casa del mismo modo que atendemos los «objetos necesarios» no tan necesarios de nuestra vida cotidiana. En lugar de dejar que el cuerpo se siente y se ponga flácido, o lo llene de venenos, o lo aleje despiadadamente del descanso, tómese el tiempo para invertir en este frágil recipiente que nos proporciona un vehículo tangible para hacer el trabajo de la mente, el alma y el espíritu.

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Invertir en nosotros mismos significa invertir en un estilo de vida, y desarrollar una cultura personal que prospere en la salud y el bienestar holísticos. Esa inversión tendrá un aspecto diferente para cada uno de nosotros, y el grado de diversificación de esa inversión dependerá de los recursos, en este caso físicos, que podamos reunir.

Algunos de nosotros podemos levantar pesas, mientras que otros hacen footing o reman. Algunos practican el Yoga, el Tai Chi o las artes marciales. Podemos nadar, caminar o escalar montañas. La cuestión es que hacemos algo, y hacemos un algo con el que conectamos a un nivel muy primario.

La atención al componente físico del continuo «cuerpo-mente-alma-espíritu» es esencial para el desarrollo humano integral y la realización de nuestro potencial. Es a través de esto que construimos un puente desde nuestro mundo exterior de experiencia hacia nuestra vida y paisaje interior.

Cada uno de nosotros tiene un complejo de arquetipos o plantillas latentes que tienen el potencial, cuando se activan, de informar quiénes somos y cómo operamos en el mundo. Es al elegir este camino de cultura personal que podemos activar el arquetipo del Guerrero. Si no activamos al Guerrero a través de algún tipo de práctica física, no desarrollaremos la temeridad interna para hacer las cosas. Así como el Alquimista es nuestra plantilla creativa y transformadora, el Amante nuestra plantilla para la interacción social y el Rey/Reina la plantilla para nuestra naturaleza divina, el Guerrero es nuestro hacedor. Así pues, ve a hacer algo.

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Una vez que hemos satisfecho las exigencias del principio del cuerpo, nuestra tarea se convierte en una cuestión de «domar los caballos salvajes de la mente», que consideraremos a continuación…

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