Esquí alpino, carrera de esquí de velocidad en un recorrido de descenso ajustado que está marcado por puertas formadas por palos emparejados, colocados a una distancia mínima de 8 metros (26 pies), por los que el corredor debe pasar. Los concursantes realizan al menos una carrera de práctica cronometrada, y luego compiten individualmente en un orden establecido por el rendimiento anterior y comenzando en intervalos de un minuto. El que completa el recorrido en el menor tiempo, sin saltarse ninguna puerta, es el ganador.
El descenso fue, con el eslalon, una de las disciplinas alpinas originales. En 1930 fue reconocido por la Federación Internacional de Esquí (FIS) como deporte oficial; al año siguiente se celebraron los primeros campeonatos mundiales de descenso. El descenso debutó en los Juegos Olímpicos en una prueba combinada (con una carrera de descenso y otra de eslalon) en 1936 en Garmisch-Partenkirchen (Alemania). Moritz (Suiza) en 1948.
En los campeonatos internacionales masculinos, el descenso suele tener una longitud de entre 2,4 y 5 km, con un descenso vertical de hasta 1.000 metros y un terreno con una pendiente y una dificultad adecuadas a la habilidad y la resistencia de los competidores. En el caso de las mujeres, el recorrido es de 1,6 a 2,5 km (1 a 1,5 millas), con un descenso vertical máximo de 700 metros (2.297 pies). Los recorridos no se caracterizan por su longitud, sino por su tiempo: por ejemplo, un descenso de dos minutos. La velocidad media de las pruebas de descenso es de 64 a 80 km/h (40 a 50 mph). Se alcanzan velocidades superiores a los 200 km/h en recorridos cortos especiales, pero estas pruebas no se clasifican como carreras oficiales de descenso. Durante los tramos más rectos de un recorrido, los esquiadores se colocan en una posición de arrastre para ser más aerodinámicos y aumentar así su velocidad. En la prueba de descenso se utiliza un bastón de esquí curvado único, que permite un repliegue más ajustado.
La FIS reconoce los peligros de viajar a tan altas velocidades y realiza grandes esfuerzos para garantizar la seguridad de sus esquiadores. Los competidores están obligados a llevar cascos protectores. Cada competición está moderada por un jurado de carrera que tiene derecho a eliminar a los esquiadores que considere débiles o no preparados para un recorrido concreto. Además, los organizadores de la carrera pueden añadir más puertas para ralentizar el descenso de la colina si lo consideran oportuno. El descenso probablemente exige la mayor valentía de todas las pruebas alpinas.