El intermezzo, en el siglo XVIII, era un interludio operístico cómico que se insertaba entre actos o escenas de una ópera seria. Estos intermezzi podían ser obras sustanciales y completas en sí mismas, aunque eran más breves que la ópera seria que los acompañaba; normalmente proporcionaban un alivio cómico y un contraste dramático con el tono de la ópera más grande que los rodeaba, y a menudo utilizaban uno o más de los personajes habituales de la ópera o de la commedia dell’arte. En este sentido, eran el reverso del intermezzo renacentista, que solía tener un tema mitológico o pastoral como contraste con una obra cómica principal. A menudo eran de carácter burlesco y se caracterizaban por la comedia de bofetadas, los disfraces, el dialecto y la chabacanería. El más famoso de todos los intermezzi de la época es La serva padrona de Pergolesi, que fue una ópera bufa que, tras la muerte de Pergolesi, dio inicio a la Querelle des Bouffons.
En algunos casos, el repertorio de intermezzos se difundió más rápidamente que la propia ópera seria; los cantantes eran a menudo famosos, los efectos cómicos eran populares y los intermezzi eran relativamente fáciles de producir y poner en escena. En la década de 1730, el estilo se extendió por toda Europa, y algunas ciudades -por ejemplo, Moscú- registraron visitas y representaciones de compañías que interpretaban intermezzi años antes de que se hicieran óperas serias propiamente dichas.
La intermède (el equivalente francés del intermezzo) fue la influencia operística exterior más importante en París a mediados del siglo XVIII, y ayudó a crear todo un nuevo repertorio de ópera en Francia (véase opéra comique).
La palabra se utilizó (con una pizca de ironía) como título de la ópera en dos actos de Richard Strauss, Intermezzo (1924), cuya escala supera con creces el intermezzo de la tradición.
Muchos de los intermezzi más célebres pertenecen a óperas del periodo del verismo: Cavalleria rusticana y L’amico Fritz de Mascagni, Pagliacci de Leoncavallo, Manon Lescaut y Suor Angelica de Puccini, Fedora de Giordano, Adriana Lecouvreur de Cilea, y especialmente el de Thais de Massenet, que se conoció como la Méditation.