Joe Biden visitó las tumbas de su primera esposa, Neilia, y de su hija Naomi el viernes, en el 48º aniversario de su muerte. Las dos murieron en un devastador accidente de coche, en el que también resultaron gravemente heridos los hijos de Biden, Beau y Hunter.
El presidente electo, de 78 años, visitó las tumbas en la iglesia católica romana St. Joseph on the Brandywine en Wilmington, Delaware. Asistió a un servicio religioso el viernes por la mañana, acompañado por su esposa, la doctora Jill Biden, su hija, Ashley Biden, y el marido de ésta, Howard Krein.
El accidente del 18 de diciembre de 1972 fue apenas unas semanas después de que Biden fuera elegido por primera vez para el Senado. Estaba en Washington, D.C., instalando su nueva oficina, cuando se enteró de la noticia.
Neilia volvía a casa de comprar el árbol de Navidad con los tres hijos de la pareja -Naomi, de 13 meses, Hunter, de 3 años, y Beau, de 4 años- cuando su furgoneta colisionó con un tractor-remolque en un cruce a las afueras de Wilmington.
El Sr. Biden tenía sólo 30 años en ese momento.
El 5 de enero de 1973, Biden juró su cargo como senador de Estados Unidos por Delaware junto a la cama de Beau en un hospital de Wilmington, donde aún se recuperaba del accidente. Tanto Beau como Hunter se recuperaron completamente de sus lesiones. «Al centrarme en mis hijos, encontré mi redención», dijo el Sr. Biden durante un discurso en 2015.
Beau murió en 2015, tras una larga batalla contra el cáncer cerebral a la edad de 46 años. Su muerte fue un factor que influyó en la decisión de Biden de no presentarse a la presidencia en 2016: Biden dijo a 60 Minutes que «tardamos tanto en decidirnos», y añadió que «todo el mundo hace el duelo a un ritmo diferente.»
El presidente electo habló a menudo de sus tragedias personales mientras hacía campaña de cara a su victoria en noviembre, relacionándose con innumerables votantes que actualmente lloran la muerte de sus seres queridos debido a la pandemia de coronavirus.
«Cuando hablo con gente que está de luto, saben que hablo desde la experiencia», escribió en su libro de 2017, «Prométeme, papá». «Saben que tengo una idea de la profundidad de su dolor»