Just Crumbs

Sólo quiero decir algo aquí…

Internet es un lugar bastante fabuloso para pasar el rato.

Sí, lo he dicho.

Y voy a ir más allá.

Las redes sociales pueden ser un lugar estupendo para hacer nuevos amigos.

Sí, también lo he dicho.

La semana pasada, tuve una conversación «virtual» con una encantadora mujer llamada Suzanne que dirige un blog llamado The Pretty Feed. Ella me preguntaba sobre mi pan sin amasar que había publicado, y ese intercambio llevó a una conversación completamente diferente sobre el pan de Pascua tradicional de Italia. Me dijo que tenía una receta de su abuela llamada Pane di Pasqua (la traducción literal, pan de Pascua). Ahora bien, muchas partes de Italia tienen su propia versión del pan de Pascua (por ejemplo, el pan de Pascua de mi madre es salado y está relleno de espirales de salchicha y huevos), pero esta versión dulce es bastante común. Se parece mucho al pan challah que adorna la mesa en muchas cenas judías, y con la adición del huevo de color y las trenzas, es un pan muy parecido al que se presenta en muchas mesas de Pascua en Grecia, Rusia y la República Checa. La base de la mayoría es la misma: una masa de brioche rica en huevos y mantequilla y con un acabado agradable y dulce. Es súper suave… ¡un poco como comer almohadas de suavidad que se deshacen en la boca! Dependiendo de quién haga el pan, se puede rellenar con frutas secas o confitadas, cítricos, frutos secos, anís y, a continuación, tal vez se acabe con un glaseado de azúcar glas para darle una capa blanca o con una pincelada de azúcar granulado derretido antes de añadir las chispas (dándole una capa brillante). Y, el último toque es o bien espolvorear o bien azúcar en polvo.

La trenza se suele formar en un círculo, simbolizando la corona que Jesús llevaba en la cruz y los huevos de colores representan la resurrección de Cristo y un renacimiento de la temporada de primavera.

Si alguna vez has hecho pan con levadura, esto es una alegría de hacer. Sí, hay unos cuantos pasos más que hacer pan normal, pero es relativamente fácil.

Cuando hablé con Suzanne, le pregunté si había una historia detrás de su receta. Me dijo que la había y me envió una bonita historia sobre su abuela. Iba a parafrasearla, pero la escribió con tanto amor y significado, que he decidido dejarla tal y como la escribió.

«El pan se conoce tradicionalmente en toda Italia como Pane di Pasqua (traducido literalmente, pan de Pascua). Como mencioné, la receta «tradicional» incluye cítricos y anís, cosa que mis abuelas no hacían. Mi abuela era de Bari, Italia, al igual que mi abuelo. Mi abuela emigró a los Estados Unidos a principios del siglo XX cuando era adolescente. Medía 1,70 metros, era rubia y tenía los ojos azules. Mi abuelo también era de Bari y emigró más o menos en la misma época. Medía 1,65 m y tenía los ojos marrones. Vivían en la misma ciudad pero nunca se vieron. Él la veía paseando por la ciudad pero nunca le hablaba. Un amigo común los presentó en Estados Unidos. Ella vivía en Corona, Nueva York (donde vivían todos los italianos por aquel entonces) y él vivía en el norte del estado con sus hermanos. No podía creer su buena suerte cuando los presentaron. Se casaron, tuvieron cuatro hijos y vivieron el sueño americano. (mi madre era la número 3). La abuela era una cocinera increíble y todos los domingos (como todas las familias italianas) nos reuníamos en torno a la gran mesa del comedor y cenábamos, siempre con varios platos. Los días festivos y los «días del nombre» eran un gran acontecimiento. Como ya he dicho, mi abuela preparaba entre 50 y 60 de estos panes, con la mujer que vivía en el apartamento de arriba (en un verdadero éxito americano, mi abuelo compró una casa adosada que tenía dos apartamentos, uno para ellos y otro que producía ingresos), Pena, que la ayudaba a hacer todo este pan. Siempre le pedíamos panes de más, ya que devorábamos el primero a la mañana siguiente de recibirlos y queríamos otro para más adelante en la semana. Mi abuela me enseñó todas sus recetas especiales, en persona o por teléfono cuando me casé. También me enseñó a no desperdiciar nunca nada, y hoy lo sigo haciendo. Hacía conservas y tenía una cámara frigorífica en su casa donde se podía acceder a los productos del verano durante los fríos meses de invierno. Hacía Strufoli para mi madre en su cumpleaños y galletas de anís y vino para mi tía. Era una de las mujeres más sabias que conozco: amable, generosa y un ser humano muy evolucionado. Para mi abuela, como nunca volvió a Italia, la comida que hacía contaba una historia: la de su familia, la de sus orígenes y la de cómo veía la vida. «

¿Cómo de bonita es esa historia? ¡Le dije a Suzanne que, después de leer este relato de la vida de su abuela, casi deseaba poder transportarme a esa época para poder sentarme con ella y charlar con una taza de café expreso y, por supuesto, una gran rebanada de Pane di Pasqua!

¡Muchas gracias Suzanne, por compartir tu historia! La comida es amor!