Articles

Ligonier Ministries La hermandad de enseñanza de R.C. Sproul

Posted on

El evangelio es la posesión de Jesús, pero, aún más, Jesús es el corazón del contenido del evangelio.

Lo usamos tan a la ligera en la iglesia hoy. Los predicadores dicen que predican el evangelio, pero si los escuchamos predicar domingo tras domingo, escuchamos muy poco evangelio en lo que predican. El término evangelio se ha convertido en un apodo para predicar cualquier cosa en lugar de algo con contenido definitivo. La palabra para «evangelio» es la palabra euangelion. Tiene ese prefijo eu-, que llega al español en una variedad de palabras. Hablamos de música eufónica o eufónica, que se refiere a algo que suena bien. Hablamos de un elogio, que es una buena palabra pronunciada sobre alguien en su servicio fúnebre. El prefijo eu- se refiere a algo bueno o agradable. La palabra angelos o angelion es la palabra para «mensaje». Los ángeles son mensajeros, y un angelos es aquel que entrega un mensaje.

Esta palabra euangelion, que significa «buen mensaje» o «buenas noticias», tiene un rico trasfondo en el Antiguo Testamento. Allí, el significado básico del término evangelio era simplemente el anuncio de un buen mensaje. Si un médico venía a examinar a un enfermo y después declaraba que el problema no era nada grave, eso era el evangelio o las buenas noticias. En la antigüedad, cuando los soldados salían a la batalla, la gente esperaba sin aliento un informe del campo de batalla sobre el resultado. Una vez conocido el resultado, los maratonistas volvían corriendo a dar el informe. Por eso Isaías escribió: «Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas noticias» (Isa. 52:7). El vigilante en la atalaya miraba hasta donde alcanzaba la vista en la distancia. Finalmente, veía el polvo que se movía cuando el corredor regresaba a la ciudad para dar el informe de la batalla. Los vigilantes estaban entrenados para saber, por la forma en que se agitaban las piernas del corredor, si las noticias eran buenas o malas. Si el corredor estaba haciendo el movimiento de supervivencia, indicaba un informe sombrío, pero si sus piernas volaban y el polvo se levantaba, eso significaba buenas noticias. Ese es el concepto de evangelio en su sentido más rudimentario.

Cuando llegamos al Nuevo Testamento, encontramos tres formas distintas en las que se utiliza el término evangelio. Primero, tenemos cuatro libros en el Nuevo Testamento que llamamos Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estos libros son retratos biográficos de Jesús. En este sentido, los evangelios describen una forma particular de literatura. Durante el ministerio terrenal de Jesús, el término evangelio estaba vinculado no especialmente con la persona de Jesús, sino con el reino de Dios. Juan el Bautista es presentado como alguien que viene a predicar el evangelio, y su mensaje es «¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca!» (Mat. 3:2).

Jesús hizo lo mismo en sus parábolas, proclamando: «el reino de Dios es como…». En boca de Jesús, el evangelio trataba del momento dramático de la historia en el que, a través del tan esperado Mesías, el reino de Dios había irrumpido en el tiempo y en el espacio. La buena noticia era la buena noticia del reino. Cuando se escribieron las epístolas, especialmente las paulinas, el término evangelio había adquirido un nuevo matiz. Se había convertido en el evangelio de Jesucristo. El evangelio tenía un contenido claro. En el centro de este evangelio estaba el anuncio de quién era Jesús y lo que había realizado en su vida.

Si damos nuestro testimonio a nuestros vecinos, diciendo: «Me hice cristiano el año pasado. Entregué mi corazón a Jesús», estamos dando testimonio de Jesús, pero no les estamos contando el evangelio, porque el evangelio no es sobre nosotros. El evangelio es acerca de Jesús-lo que Él hizo, Su vida de perfecta obediencia, Su muerte expiatoria en la cruz, Su resurrección de entre los muertos, Su ascensión al cielo, y Su derramamiento del Espíritu Santo sobre la iglesia. Llamamos a esos elementos cruciales los aspectos objetivos del evangelio de Cristo en el Nuevo Testamento.

Además de la persona y la obra de Jesús, existe también en el uso del término evangelio en el Nuevo Testamento la cuestión de cómo los beneficios logrados por la obra objetiva de Jesús son apropiados subjetivamente por el creyente. En primer lugar, está la cuestión de quién fue Jesús y qué hizo. En segundo lugar está la cuestión de cómo eso nos beneficia a ti y a mí. Por eso Pablo une el relato objetivo de la persona y la obra de Jesús (en particular a los gálatas) con la doctrina de la justificación por la sola fe, que es esencial para el evangelio. Al predicar el evangelio, predicamos sobre Jesús, y predicamos sobre cómo somos llevados a una relación de salvación con él.

El evangelio está bajo ataque en la iglesia de hoy. No puedo enfatizar lo suficiente lo importante que es entender bien el evangelio y comprender tanto el aspecto objetivo de la persona y la obra de Jesús como la dimensión subjetiva de cómo nos beneficiamos de eso sólo por la fe.

Recientemente, un profesor de seminario protestante, supuestamente evangélico, me citó diciendo que la doctrina de la imputación -por la cual nuestros pecados son transferidos a Cristo en la cruz y su justicia es transferida a nosotros por la fe- es de invención humana y no tiene nada que ver con el evangelio. Me dieron ganas de llorar cuando escuché eso. Simplemente subrayó lo delicada que es la preservación del evangelio en nuestros días y lo cuidadosa que tiene que ser la iglesia en cada época para guardar esa preciosa buena noticia que nos viene de Dios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *