La gente a menudo me pregunta: «¿Qué es Proverbios 3:5-6?» porque lo ven tatuado en mi brazo. Y sin pensarlo, suelo recitarlo de corrido como el Juramento de Lealtad, pero rara vez considero si soy o no leal a ese juramento. Creo que muchas veces tomamos los versículos bíblicos conocidos sólo como palabras para ser recitadas, y no como vida y verdad para ser recibidas. Los usamos cuando es conveniente y ensayado, perdiendo el poder detrás de las palabras. Yo mismo soy culpable de esto y ni siquiera puedo contar cuántas veces he recitado mi «versículo de vida» sin contemplar las verdades profundamente sólidas y prácticas de dicho versículo.
«Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia, en todos tus caminos reconócelo y él dirigirá tus sendas» (Proverbios 3: 5-6).
Contemplemos las palabras «confía en el Señor». Verás, cuando confiamos en algo, estamos depositando nuestra seguridad en esa entidad. Por ejemplo, yo confío absolutamente en mi padre terrenal, lo que significa que tengo total y completa confianza en su integridad, capacidad y buen carácter porque lo conozco y tengo una relación con él. Confío en él porque sé que hará lo mejor para mí. Sin embargo, ¿es ese el mismo nivel de confianza que estoy depositando en mi Padre Celestial?
Si soy sincero, admitiría que es más difícil confiar en Dios que en el hombre, aunque el hombre siempre nos defraudará. Sólo Dios es perfectamente digno de confianza y fiel. Sin embargo, si no me tomo el tiempo de conocerlo, nunca llegaré a confiar en Él.
«Confía en el Señor con todo tu corazón» significa poner nuestro corazón a los pies del Señor. Esta entrega no deja lugar a nuestra propia ansiedad o preocupación, sino que confía completamente nuestro «ser» a la soberanía de Dios. Y por muy descabellado que suene o incluso por muy aterrador que sea, la siguiente parte de este versículo es necesaria para que el «confiar» nos lleve a «Su sostén.»
Ves, «no apoyarte en tu propio entendimiento» es apoyarte completamente en los fuertes brazos del sostenimiento de Dios. Significa no depender de nosotros mismos, esencialmente soltando lo que creemos saber y dejando que Dios tome el timón de lo que Él conoce perfectamente.
«Reconócelo en todos tus caminos»: no algunos caminos o algunos días, sino siempre con todos nuestros caminos. Esto significa admitir la existencia, la realidad y la fiabilidad de Dios. Reconocerlo como Señor de nuestro mundo y darle pleno acceso a sentarse en el trono de nuestros corazones. Ahí y sólo ahí puede empezar a gobernar nuestro caminar.
«Y Él dirigirá tus caminos». Él comenzará a establecer nuestros pasos y a conducirnos hacia donde Él nos necesite.
Con todo lo dicho y explicado, no quiero sólo poder recitar la Palabra de Dios, quiero ser incitado por la Palabra de Dios. No quiero sólo citarla verbalmente, quiero que mi vida cite visualmente la Verdad de la Palabra de Dios. Comienza con la confianza y termina con Él. Confiando en Él. Y punto.