Aunque el equipo ya no existe, sigo llevando con orgullo el anillo de los Montreal Expos que me regaló mi madre por Navidad.
En aquel momento no tenía ni idea de por qué mi madre me pedía que me probara un anillo. Estaba en el instituto, aunque era demasiado joven para tener un anillo de clase. Tan rápido como el anillo estaba en mi dedo, y mi madre había tomado nota mental de la talla, el anillo se había quitado y yo me había ido, sin saber lo que estaba pasando.
Avance unos meses hasta la mañana de Navidad, cuando la familia estaba sentada alrededor del salón abriendo los regalos. Cuando cogí una cajita para abrirla a continuación, mi madre cogió una cámara y se acercó al borde de su silla. Eran los días en los que había que esperar a que se usara un papel completo de película para poder dejarlo y revelarlo.
Esto también debería haber sido una pista para mí. Al ser el más pequeño de la familia, no había demasiadas fotos mías por ahí. Lo que me esperaba en esta caja tenía que ser una prueba fotográfica de mi reacción? No me lo pensé, mientras retiraba con cuidado el papel de regalo.
Siendo fan de los Expos de Montreal, ya había soportado la huelga de 1994. Con un récord de 74-40, en camino a la Serie Mundial de ese año, la temporada fue borrada, para nunca ser completada. Siguió una especie de venta de fuego, y como nos habíamos acostumbrado como fans de los Expos, nuestros jugadores favoritos y los mejores fueron traspasados, o se les dejó marchar en la agencia libre.
Veniendo de otra temporada perdedora, y viendo cómo el ganador del Cy Young, Pedro Martínez, era traspasado un mes antes, mantuve mi amor por los Expos aunque me encontraba en un estado de tristeza.
Hasta que abrí el regalo que mi madre había esperado ansiosamente que llegara. Un anillo clásico, chapado en oro, de los Expos de Montreal de la MLB brillaba ante mí. Con una sonrisa de oreja a oreja, me levanté de mi asiento. Me sentí como si los Expos acabaran de ganar las Series Mundiales y yo estuviera allí, en el campo, recibiendo mi anillo de campeón.
Mientras mi madre sonreía también, recordó aquel día de principios de año en el que me hizo probarme un anillo, para saber la talla. No sólo son las madres las que mejor regalan, sino que utilizan sus formas de madre furtiva para conseguir el trabajo.
Para todos los aficionados al béisbol que habéis desenvuelto lo que se convertirá en vuestro mejor regalo de Navidad, felices fiestas.