Biografía de Paul Cézanne
Infancia
Paul Cézanne nació en 1839 en la ciudad de Aix-en-Provence, en el sur de Francia. Su padre era un acaudalado abogado y banquero que animó a Paul a seguir sus pasos. El eventual rechazo de Cézanne a las aspiraciones de su autoritario padre dio lugar a una larga y problemática relación entre ambos, aunque, notablemente, el artista siguió dependiendo económicamente de su familia hasta la muerte de su padre en 1886.
Se hizo muy amigo de Émile Zola, escritor nacido también en Aix, y que más tarde se convertiría en una de las mayores figuras literarias de su generación. El aventurero Cézanne y Zola formaban parte de un pequeño círculo que se autodenominaba «Los Inseparables». Se trasladaron juntos a París en 1861.
Formación temprana
Cézanne fue en gran medida un artista autodidacta. En 1859, asistió a clases nocturnas de dibujo en su ciudad natal, Aix. Después de trasladarse a París, Cézanne intentó entrar en la École des Beaux-Arts en dos ocasiones, pero fue rechazado por el jurado. En lugar de adquirir una formación profesional, Cézanne visitaba con frecuencia el Museo del Louvre, donde copiaba obras de Tiziano, Rubens y Miguel Ángel. También visitaba con regularidad la Académie Suisse, un estudio donde los jóvenes estudiantes de arte podían dibujar a partir de un modelo vivo por una modesta cuota mensual. Durante su estancia en la Academia, Cézanne conoció a los pintores Camille Pissarro, Claude Monet y Auguste Renoir, que por aquel entonces también eran artistas en ciernes, pero que pronto formarían parte de los miembros fundadores del naciente movimiento impresionista.
Los primeros óleos de Cézanne fueron ejecutados con una paleta bastante sombría. La pintura se aplicaba a menudo en gruesas capas de empaste, lo que añadía una sensación de pesadez a unas composiciones ya de por sí solemnes. Su pintura temprana indicaba una concentración en el color a favor de siluetas bien delineadas y perspectivas preferidas por la Academia Francesa y el jurado del Salón anual al que presentaba continuamente sus obras. Sin embargo, todas sus obras fueron rechazadas. El año 1870 marcó un cambio crucial en la pintura de Cézanne, provocado por dos factores: el traslado del artista a L’Estaque, en el sur de Francia, para evitar el servicio militar obligatorio, y su estrecha relación con uno de los jóvenes impresionistas más distinguidos: Camille Pissarro. Cézanne estaba fascinado con el paisaje mediterráneo de L’Estaque, con su abundancia de luz solar y la vitalidad de sus colores. Por su parte, Pissarro fue decisivo para convencer a Cézanne de que adoptara una paleta más brillante, así como para que abandonara la pesada y pesada técnica del empaste en favor de pinceladas más pequeñas y vivas. En L’Estaque, Cézanne ejecuta una serie de paisajes dominados por las formas arquitectónicas de las casas rurales, los azules deslumbrantes del mar y los verdes vivaces del follaje.
En 1872, Cézanne regresó a París, donde nació su hijo Paul. Su amante, Hortense Fiquet, se convertirá finalmente en Madame Cézanne en 1886, sobre todo justo después de la muerte del padre del artista. Cézanne pintó más de cuarenta retratos de su compañera, así como varios retratos enigmáticos de su hijo.
En 1873, Cézanne expuso en el Salon des Réfuses, la notoria muestra de artistas que habían sido rechazados por el Salón oficial (él se contaba entre un círculo que incluía a Édouard Manet, Claude Monet y Camille Pissarro, entre otros). Los críticos criticaron a los artistas de vanguardia, lo que al parecer hirió profundamente a Cézanne. En la década siguiente, pintó sobre todo fuera de París, en Aix o en L’Estaque, y ya no participó en exposiciones colectivas no oficiales.
Periodo de madurez
La experiencia de Cézanne con la pintura del natural y la experimentación rigurosa le llevaron a desarrollar sus propios enfoques del arte. Se esforzó por alejarse del retrato del momento transitorio, favorecido durante mucho tiempo por los impresionistas; en su lugar, Cézanne buscó cualidades pictóricas verdaderas y permanentes de los objetos que le rodeaban. Según Cézanne, el tema del cuadro debía ser «leído» primero por el artista mediante la comprensión de su esencia. Luego, en la segunda etapa, esta esencia debía ser «realizada» en un lienzo a través de las formas, los colores y sus relaciones espaciales. Los colores y las formas se convirtieron así en los elementos dominantes de sus composiciones, completamente liberadas de las rígidas reglas de perspectiva y aplicación de la pintura promovidas por la Academia.
Representar la realidad como tal nunca fue el objetivo principal de Cézanne. En sus propias palabras, era «algo distinto de la realidad» lo que se esforzaba por revelar. En la década de 1880, Cézanne realizó un gran número de bodegones, reinventando por completo el género en el modo bidimensional. La característica principal de estas naturalezas muertas era el desplazamiento crucial de la atención de los objetos en sí mismos a las formas y los colores que potencialmente comunicaban sus superficies y contornos.
Los retratos de Cézanne, incluido un amplio conjunto de autorretratos, presentan el mismo conjunto de rasgos. Las composiciones son vívidamente impersonales, ya que no era el carácter del retratado lo que Cézanne se esforzaba por representar, sino las posibilidades formales y cromáticas del cuerpo humano y su naturaleza interior.
Período tardío y muerte
En la última década de su vida, Cézanne limitó sus actividades artísticas casi exclusivamente a dos motivos pictóricos. Uno era la representación del Monte Sainte-Victoire, una montaña dramática que dominaba el paisaje reseco y pedregoso de Aix. El otro fue la síntesis final de la naturaleza y el cuerpo humano en una serie de los llamados Bañistas (desnudos representados retozando en un paisaje). Las últimas versiones de los Bañistas eran cada vez más abstractas en cuanto a cómo la forma y el color parecían fundirse en el lienzo.
Tras contraer una neumonía, Paul Cézanne murió en su casa familiar de Aix el 22 de octubre de 1906. La última década de su vida se vio empañada por el desarrollo de una diabetes y una grave depresión, que contribuyeron a alejar al artista de la mayoría de sus amigos y familiares.
El legado de Paul Cézanne
Al observar la obra tardía de Cézanne, es imposible pasar por alto la aparición de un enfoque artístico único. Cézanne ofreció una nueva forma de comprender el mundo a través del arte. Con su reputación en constante evolución en los últimos años de su vida, un número creciente de jóvenes artistas cayó bajo la influencia de su innovadora visión. Entre ellos se encontraba el joven Pablo Picasso, que pronto conduciría la tradición pictórica occidental hacia otra dirección nueva y totalmente inédita. Fue Cézanne quien enseñó a la nueva generación de artistas a liberar la forma del color en su arte, creando así una realidad pictórica nueva y subjetiva, no una mera imitación servil. La influencia de Cézanne continuó hasta bien entrada la década de 1930 y 1940, cuando una nueva forma artística estaba dando sus frutos, la del expresionismo abstracto.