La incapacidad de disfrutar de experiencias normalmente placenteras (anhedonia) es un síntoma común tanto a la depresión mayor como a la esquizofrenia. También acompaña y sigue regularmente al estrés, y su presencia en las dos enfermedades mentales podría depender del hecho de que ambas son facilitadas y a menudo precedidas por eventos estresantes. Posiblemente la anhedonia acompañe al estrés porque la pérdida del placer de aspirar a un objetivo y conseguirlo (incluso defenderse y escapar de un peligro) podría llevar a la inmovilidad, y la inmovilidad (hacerse el muerto) ofrece la posibilidad extrema de seguridad cuando un animal se enfrenta a la peor situación estresante posible -ser capturado por un depredador- ya que en este caso cualquier movimiento puede estimular aún más la agresividad del depredador.
Percibir y conectar la información sensorial también da placer, y esto parece mejorar la claridad de las sensaciones y es un factor importante en el aprendizaje. Proponemos que la anhedonia, al reducir o eliminar el placer, podría poner en peligro la apariencia habitual del entorno, que no sólo debe percibirse con claridad, sino también interpretarse continuamente (por ejemplo, un escorzo, o algo lejano visto como pequeño, no debe verse como una deformación real; lo mismo ocurre con las palabras, cuyo significado debe captarse a partir de las letras sueltas, etc.). En consecuencia, la anhedonia podría en algunos casos hacer que la imagen del entorno sea extraña, distorsionada y aterradora, y esto podría causar ansiedad, confusión, y dar problemas en los contactos con las personas y las cosas.
Como la información correcta sobre las imágenes y los sonidos puede inhibir las alucinaciones visuales y auditivas (considerándolas, al igual que los delirios, como intentos de reconstruir y volver a dar sentido a un mundo que se vuelve confuso y ajeno), proponemos que la anhedonia, al interferir en la percepción y el procesamiento correctos de las sensaciones, puede facilitarlas.