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Prevención y tratamiento de la EPM

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Diagnosticar un caballo en las primeras fases de la EPM puede ser difícil, pero es importante para poder empezar el tratamiento a tiempo.

Amy Dragoo

Como con cualquier enfermedad, la prevención vale más que una libra de cura. En el caso de la mieloencefalitis protozoaria equina (EPM), éste sería el mejor objetivo, ya que no sólo es difícil identificar que un caballo tiene EPM en las primeras etapas, sino también porque, incluso con un tratamiento agresivo, pueden persistir los déficits neurológicos.

Estrategias de prevención

Lo primero y más importante para la prevención de EPM es gestionar cualquier posible contaminación de los alimentos o el agua de los caballos desde el principal reservorio, la zarigüeya. Las mofetas, los mapaches, las nutrias marinas e incluso los gatos también pueden ser fuentes de protozoos. Encierre todos los contenedores de pienso en recipientes y habitaciones a prueba de alimañas. Siempre que sea posible, evite alimentar a los caballos desde el suelo y limpie inmediatamente el pienso derramado para no atraer a la fauna y los roedores. Limpie y refresque con frecuencia las fuentes de agua.

Los pastos son otro motivo de preocupación, ya que la fauna salvaje suele tener acceso a las zonas donde pastan los caballos. Mantener la fauna salvaje alejada de los pastos de los caballos es importante.

Otra estrategia crítica se basa en minimizar el estrés en la vida de un caballo, ya que el estrés tiende a suprimir la respuesta inmune de un caballo, haciéndolo más susceptible a las enfermedades.

Se está estudiando la aplicación de una terapia farmacológica como técnica preventiva potencialmente útil. Un medicamento, el ponazuril, administrado cada siete días, ha demostrado una disminución significativa de las respuestas de los anticuerpos contra Sarcocystis neurona (el protozoo causante), aunque no eliminó la infección en los caballos ya infectados.

Otro fármaco, el diclazuril, administrado en dosis bajas, demostró reducir significativamente la prevalencia del patógeno en sangre dentro de una población de potros tratados en comparación con los que no recibieron la medicación. Aunque el uso de fármacos como estrategia preventiva podría reducir la incidencia de EPM, este enfoque aún necesita más estudios. Existe la preocupación de que el uso de tales medicamentos pueda estimular la resistencia del protozoo y, por lo tanto, hacer que los medicamentos sean ineficaces cuando el tratamiento sea necesario.

Tratamiento

El aspecto más importante del tratamiento es identificar el problema e implementar el tratamiento lo antes posible. Los retrasos en el tratamiento se asocian a peores resultados. El tratamiento también debe administrarse durante todo el curso recomendado del fármaco. Entre el 50 y el 80% de los caballos mejoran con el tratamiento, y entre el 5 y el 50% se recuperan por completo. Los caballos con déficits neurológicos de grado 4 (en una escala de 5) (tendencia a doblarse, tropezar espontáneamente y tropezar y caerse) rara vez se recuperan por completo.

Hay tres tratamientos anticoccidiales aprobados por la FDA para la EPM disponibles para los caballos:

Ponazuril (Marquis by Merial) La biodisponibilidad mejora en un 15% cuando se administra aceite vegetal al mismo tiempo que este medicamento.
Diclazuril (Protazil de Merck Animal Health).

Tanto el ponazuril como el diclazuril se consideran eficaces cuando un caballo mejora al menos un grado en la puntuación neurológica o es negativo a los anticuerpos en el líquido cefalorraquídeo (LCR) y en los análisis de sangre. La eficacia de estos medicamentos mejora hasta el 67% de los caballos tratados en al menos un grado. La recomendación para el tratamiento es de 28 días, aunque la mayoría de los caballos reciben los medicamentos durante 6-8 semanas.

Sulfadiazina/Pirimetamina (ReBalance de PRN Pharmacal) Se trata de una combinación de medicamentos inhibidores del folato que interfieren en el metabolismo del parásito. Suele administrarse durante 3-6 meses. El éxito, medido por la mejora clínica en dos o más grados neurológicos y/o la reversión a un resultado negativo de las pruebas de LCR, se consigue en el 60-70% de los caballos tratados con esta combinación.

La duración del tratamiento de cualquiera de estos fármacos está determinada por la resolución de los signos clínicos. Un caballo puede experimentar una recaída una vez que se ha suspendido el fármaco y/o en casos de estrés. Las tasas de recaída se estiman en un 10-20%. Los caballos que parecen refractarios a un medicamento podrían ser cambiados a otro o podrían recibir una combinación de medicamentos con mejores resultados.

En general, los fracasos en el tratamiento suelen deberse a que el caballo no está realmente infectado con EPM, ha estado infectado durante mucho tiempo antes de iniciar el tratamiento y/o el grado de daño neurológico está más allá de la recuperación.

Algunos caballos podrían beneficiarse del tratamiento simultáneo con antiinflamatorios no esteroideos, corticosteroides o dimetilsulfóxido (DMSO) durante el tratamiento inicial con medicamentos anticoccidiales. Esto ayuda a evitar el empeoramiento de los signos de la inflamación relacionada con la muerte del protozoo.

La vitamina E también se utiliza como tratamiento antioxidante. Los inmunomoduladores como el levamisol, EqStim o Equimmune pueden administrarse durante algunas semanas en caballos que experimentan desafíos en su sistema inmunológico. Sin embargo, no hay estudios que demuestren que los inmunomoduladores estén indicados.

El mensaje para llevar a casa

La prevención es fundamental para controlar la exposición a la EPM. Una vez que un caballo contrae la enfermedad y comienza a mostrar signos de déficits neurológicos, cuanto antes se aplique el tratamiento, mayores serán las posibilidades de recuperación.

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