La palabra liturgia proviene de un término griego que significa «obra pública o realizada en nombre del pueblo». La liturgia siempre se refería a una comunidad organizada. Un trabajo, pues, realizado por un individuo o un grupo era una liturgia en nombre de la comunidad mayor. Se espera que todos los fieles participen activamente en cada liturgia, pues se trata de un «trabajo» sagrado, no de un entretenimiento o de un evento para espectadores. Toda celebración litúrgica es una acción de Cristo Sumo Sacerdote y de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. Por tanto, requiere la participación del Pueblo de Dios en la obra de Dios.
La liturgia está centrada en la Santísima Trinidad. En toda liturgia la acción de adoración se dirige al Padre, de quien proceden todas las bendiciones, a través del Hijo en la unidad del Espíritu Santo. Alabamos al Padre que nos llamó primero a ser su pueblo enviando a su Hijo como nuestro Redentor y dándonos el Espíritu Santo para que podamos seguir reuniéndonos, para recordar lo que Dios ha hecho por nosotros y para compartir las bendiciones de la salvación.
A través de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, participamos en el Misterio Pascual de Cristo, es decir, su paso a través de la muerte de esta vida a la gloria eterna, al igual que Dios permitió al pueblo del antiguo Israel pasar de la esclavitud a la libertad a través de los acontecimientos narrados en el Libro del Éxodo (cf. Ex 11-13). Las liturgias de la Iglesia también contribuyen a enseñarnos sobre Jesucristo y el significado de los misterios que celebramos.
Un misterio es una realidad visible y oculta a la vez. La muerte y la resurrección de Jesucristo se nos hacen presentes y efectivas en la vida litúrgica de la Iglesia. Su muerte y resurrección están ocultas ahora en la eternidad de Dios, pero como Señor Resucitado y Cabeza de la Iglesia, Jesucristo nos llama a participar en ellas a través de la liturgia de la Iglesia, es decir, mediante la reunión visible de la comunidad para el culto y el recuerdo de lo que Dios ha hecho por nosotros. Es el Espíritu Santo, la fuente de la vida de la Iglesia, quien nos reúne a través de las acciones litúrgicas, la principal de las cuales son los sacramentos. El propio término liturgia tiene una aplicación más amplia que el de Sacramento, ya que abarca toda la vida de oración pública oficial de la Iglesia, mientras que el término Sacramento se refiere a una celebración particular de la obra salvífica de Cristo.
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