No hay pruebas de que Franklin dijera nunca que la cerveza es la prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices. Aunque esa cita se le atribuye en las camisetas que cuelgan en las tiendas de regalos del 90% de las cervecerías, no hay ninguna fuente que se la atribuya. Hay tantas fuentes que utilizan esta cita que es fácil entender cuando alguien la cree cierta. Aunque el padre fundador fue bastante prolífico, sus escritos incluyen una cita similar a la relacionada con la cerveza. En una carta de 1779 a su amigo André Morellet (traducida del francés), Franklin sí escribió:
«Contemplad la lluvia que desciende del cielo sobre nuestros viñedos, y que se incorpora a las uvas para convertirse en vino; una prueba constante de que Dios nos ama, y le gusta vernos felices.»
Es más o menos el mismo sentimiento y es comprensible que alguien, hace tiempo, intentara recordar aquello que dijo Franklin sobre alguna bebida alcohólica y, sin comprobar dos veces la fuente, se le ocurriera una cita errónea sobre la cerveza.
Así que parece bastante probable que unos cuantos errores comprensibles llevaran a mucha gente a decidir citar mal a Franklin. No es probable que este pequeño error afecte profundamente al curso de la historia de la humanidad ni nada tan drástico pero, aun así, es mejor utilizar información objetiva, especialmente cuando hay pruebas escritas de lo que realmente dijo.
Ben Franklin y la cerveza
Sería una tontería limitarse a especular sobre los sentimientos personales o las opiniones culinarias del Sr. Franklin sobre la cerveza porque hay muy pocas pruebas de apoyo. Cualquiera que haya leído la Autobiografía de Benjamin Franklin podría recordar la fuerte objeción del autor a la ingesta habitual de cerveza «fuerte» por parte de sus compañeros de trabajo.
Cuando trabajaba de joven en una imprenta de Londres, Franklin observó que todos los hombres que trabajaban a su alrededor eran «grandes devoradores de cerveza». El propio Franklin sólo bebía agua (durante la jornada laboral, al menos). También observó su sorpresa por el hecho de que, a pesar de su régimen diario de cerveza fuerte, en realidad no eran tan fuertes físicamente como Franklin: él podía llevar dos pesadas formas de escribir arriba y abajo de las escaleras; los otros sólo llevaban una.
Franklin trató de desengañar a algunos de sus compañeros de trabajo de su creencia de que la cerveza les hacía fuertes. Algunos siguieron su consejo, pero la mayoría no. Su razonamiento era sencillo: la cerveza enturbia el pensamiento, proporciona poca nutrición y ralentiza el ritmo. Además, cuesta dinero, algo que se les recordaba a los impresores cada semana cuando veían cómo se les descontaba el sueldo por los gastos de cerveza.
No hace falta decir que Benjamin Franklin tuvo éxito en su trabajo en la imprenta de Londres, como lo tuvo en casi todo lo demás en su vida. Así que si quieres llevarte un poco de sabiduría cervecera del gran hombre, no bebas cerveza en el trabajo; mejor bebe agua.