Casi todos los motores de los coches de hoy en día se refrigeran por líquido, lo que significa que mantener el motor lleno de refrigerante es fundamental para su buen funcionamiento. Dejar que el nivel de refrigerante de su coche baje demasiado puede tener consecuencias desastrosas, por lo que es importante que mantenga el nivel de refrigerante controlado regularmente. La mayoría de los coches le ayudarán a hacerlo a través de un indicador en el salpicadero.
Los coches utilizan motores para obtener potencia, y los motores trabajan a altas RPM para producir esa potencia. Unas RPM altas significan más movimiento y, como nos enseña la física elemental, más movimiento significa más calor generado. Para generar la potencia necesaria para mover el coche, el motor tiene que trabajar a un ritmo que produce temperaturas más altas de las que el metal del motor puede soportar. Si no se controla, el calor en el motor se acumulará y alcanzará un punto de inflexión, después del cual el motor puede sobrecalentarse y romperse. Por eso son necesarios los sistemas de refrigeración.
Los motores se refrigeran mediante una combinación de dos métodos diferentes. Uno de ellos es el aceite de motor, que fluye por el motor, lubricando y refrigerando las piezas móviles como los pistones y las bielas. El otro es el sistema de refrigeración, que enfría el cilindro y las culatas y partes del sistema de escape. Este es el sistema en el que nos centraremos.
El sistema de refrigerante es básicamente un gran bucle a través del cual se bombea el líquido, normalmente una mezcla de agua y anticongelante. El agua normal haría el trabajo suficientemente, pero como los coches están diseñados para funcionar a temperaturas bajo cero, se añade anticongelante para evitar que el agua se congele y agriete el sistema de tuberías. La mezcla de agua y anticongelante se llama refrigerante. Hasta hace unos años, el refrigerante venía sin diluir, y era el conductor o el mecánico quien tenía que mezclarlo con el agua. Hoy en día, el refrigerante viene premezclado.
La función del refrigerante es absorber el calor generado por el motor y transportarlo, manteniendo así el motor frío. Para evitar la creación de vapor, el refrigerante debe ser bombeado muy rápidamente. Una vez que el refrigerante ha absorbido el calor, fluye hacia el radiador, donde se enfría. La mayoría de los coches (los coches con motor trasero, como los Porsches y el Toyota MR-2, son excepciones) tienen el radiador en la parte delantera del coche, justo detrás de la parrilla. El movimiento hacia delante del coche hace que el aire pase por el radiador, lo que ayuda a enfriar el refrigerante en su interior para que pueda recircular. Un nivel de refrigerante más bajo de lo normal significa que el refrigerante tiene menos tiempo para enfriarse en el radiador antes de ser bombeado a través del sistema de nuevo, lo que resulta en un enfriamiento ineficiente del motor.
Un radiador lleno de refrigerante puede significar la diferencia entre llegar a su destino con seguridad o romperse en una carretera rural en el medio de la nada. A medida que los coches envejecen pueden empezar a tener fugas de refrigerante, y es importante que compruebe regularmente el nivel de refrigerante. Este es un sistema de tu coche que quieres tener en buen estado en todo momento.