Los gatos siempre parecen tener una mala reputación. Quizás una de las creencias más extendidas sobre los gatos – justo detrás de la que dice que los gatos negros dan mala suerte – es que los gatos chupan el aliento de los bebés, matándolos finalmente. Hay dos ideas que prevalecen para explicar por qué su gato querría asfixiar a su nuevo paquete de alegría: Los gatos adoran la leche y se sienten atraídos por el olor del aliento lechoso del bebé, y se supone que los gatos se ponen muy celosos cuando los bebés les quitan la atención. Aunque un gato puede asfixiar accidentalmente a un bebé dormido si se acerca demasiado a su cara, los expertos coinciden en que es muy poco probable que un gato asfixie a un bebé a propósito. Los informes sobre muertes de bebés causadas por gatos son escasos, así que ¿cómo se convirtió esta historia en algo tan común? Un caso de hace 300 años puede haber dado a esta historia todo el empuje que necesitaba para alcanzar su actual nivel de miedo. En el Registro Anual, una publicación que registra los acontecimientos interesantes del año, hay una entrada para el 25 de enero de 1791: «Un niño de dieciocho meses fue hallado muerto cerca de Plymouth; y en la investigación del forense resultó que el niño murió como consecuencia de que un gato le chupó la respiración, provocando así un estrangulamiento». El forense sabe más, así que debe ser verdad, ¿no? A este informe se suma el hecho de que los gatos han sido considerados durante mucho tiempo como los familiares de las brujas, por lo que si los padres (o incluso los forenses) encontraban a un niño muerto con un gato cerca, se culpaba automáticamente al gato del incidente. Hoy en día, sin embargo, sabemos que los bebés, por lo demás sanos, pueden morir sin causas conocidas, un hecho conocido como síndrome de muerte súbita del lactante.
Esta historia fue proporcionada por Life’s Little Mysteries, un sitio hermano de LiveScience. Sigue a Life’s Little Mysteries @llmysteries. También estamos en Facebook & Google+.
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