El 19 de noviembre de 1863, el presidente Abraham Lincoln pronunció un discurso que sería citado durante siglos. Pero, ¿qué sabes realmente sobre el Discurso de Gettysburg? Echa un vistazo a algunas cosas que quizás no sepas sobre el icónico discurso.
- El discurso de Lincoln comienza con «Hace cuatro veintenas y siete años». Una veintena equivale a 20 años, así que se refería a hace 87 años: 1776, cuando se firmó la Declaración de Independencia. El discurso se pronunció, pues, hace siete veintenas y siete años.
- El día del discurso, la oratoria de Lincoln no fue lo más destacado de la ocasión. En su lugar, el discurso más importante fue el de Edward Everett, que habló durante dos horas antes de que Lincoln subiera al podio.
- Everett escribió más tarde a Lincoln sobre su discurso, diciendo: «Me gustaría poder presumir de haberme acercado a la idea central de la ocasión en dos horas como usted lo hizo en dos minutos».
- El texto actual del discurso lo obtenemos de la quinta de las cinco copias escritas, todas ellas de puño y letra de Lincoln. Cada copia difiere ligeramente, lo que probablemente se deba a la autoedición de Lincoln.
- La Biblioteca del Congreso tiene dos copias del discurso, la Biblioteca Histórica del Estado de Illinois tiene una, la Universidad de Cornell tiene una y otra está en la sala Lincoln de la Casa Blanca.
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Vea el texto completo del Discurso de Gettysburg a continuación. (via Britannica, Library of Congress)
Hace cuatro veintenas y siete años nuestros padres trajeron a este continente una nueva nación, concebida en la Libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres son creados iguales.
Ahora estamos comprometidos en una gran guerra civil, probando si esa nación o cualquier nación así concebida y dedicada, puede perdurar por mucho tiempo. Nos encontramos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a dedicar una parte de ese campo, como lugar de descanso final para aquellos que aquí dieron sus vidas para que esa nación pudiera vivir. Es totalmente adecuado y apropiado que hagamos esto.
Pero, en un sentido más amplio, no podemos dedicar-no podemos consagrar-no podemos santificar-este terreno. Los hombres valientes, vivos y muertos, que lucharon aquí, lo han consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder para añadir o restar. El mundo no notará ni recordará por mucho tiempo lo que decimos aquí, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Más bien nos corresponde a nosotros, los vivos, dedicarnos aquí a la obra inacabada que los que lucharon aquí han impulsado tan noblemente hasta ahora. Más bien nos corresponde a nosotros estar dedicados a la gran tarea que nos queda por delante: que de estos honrados muertos tomemos una mayor devoción a la causa por la que dieron la última medida de devoción; que aquí decidamos con firmeza que estos muertos no habrán muerto en vano; que esta nación, bajo Dios, tendrá un nuevo nacimiento de la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no perecerá de la tierra.
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