Los cuatro espejos de 6-pulgadas montados en la parte superior de la jaula del telescopio del Monte Wilson, que Michelson y Pease utilizaron en su famoso experimento Pero, ¿a qué conclusiones llegaron los dos científicos tras observar la supergigante roja con el interferómetro? Podemos leerlas al final del artículo que publicaron en 1921:
Suponiendo que la longitud de onda efectiva para una Orionis es λ 5750, su diámetro angular a partir de la fórmula α = 1,22 λ/b resulta ser de 0″,047; y con un paralaje de 0″,018 su diámetro lineal resulta ser de 240×10⁶ millas, o sea, algo menos que el de la órbita de Marte. Este valor corresponde a un disco uniformemente iluminado, mientras que para uno oscurecido en el limbo, este resultado (…) se vería incrementado en un 17% aproximadamente. La incertidumbre de la medición del diámetro angular es de aproximadamente un 10 por ciento.
Observado con el interferómetro por Michelson y Pease, el disco de Alfa Orionis, es decir, Betelgeuse, subtendía un ángulo de 47 mas (milésimas de segundo de arco), al que -dado un ángulo de paralaje de 18 mas- correspondía un diámetro lineal de 240 millones de millas, es decir, 386 millones de kilómetros, con una incertidumbre del 10 por ciento. Teniendo en cuenta el oscurecimiento del limbo, y aumentando por tanto el valor hallado en un 17 por ciento, el diámetro se elevaba a 452 millones de kilómetros, lo que equivale a casi 325 veces el diámetro del Sol.
En retrospectiva, podemos decir que Michelson y Pease subestimaron significativamente el tamaño real de Betelgeuse, porque el ángulo de paralaje que adoptaron, 18 mas, era considerablemente mayor que el que hoy consideramos más preciso. A partir de ese ángulo, obtenemos una distancia de 55 pársecs, es decir, sólo 181 años-luz. Es una distancia cuatro veces menor que la que hoy se cree más fiable, que es de 724 años-luz (distancia obtenida con tecnologías mucho más avanzadas que las disponibles en la época de Michelson y Pease). Si repetimos el cálculo a partir de esta nueva distancia, para un diámetro angular de 47 mas, obtenemos un diámetro lineal de 1.560 millones de km. Y si añadimos un 17% más para tener en cuenta el oscurecimiento del limbo, llegamos a 1.830 millones de km: un diámetro realmente colosal, ¡el equivalente a más de 1.300 diámetros solares!
Por tanto, si éste era el diámetro de Betelgeuse hace un siglo, es interesante compararlo con el diámetro obtenido a partir de los estudios interferométricos más recientes. Aunque un siglo no es prácticamente nada en la vida de una estrella, Betelgeuse es una estrella peculiar, sometida a ciclos de pulsación que hacen variar su tamaño muy rápidamente.
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