Cuando veo tu rostro, las piedras empiezan a girar
Apareces; todo el estudio se desvía.
Pierdo mi lugar.
El agua se vuelve nacarada.
El fuego se apaga y no destruye.
En tu presencia no quiero lo que creía
que quería, esas tres lamparitas colgantes.
Dentro de tu rostro los antiguos manuscritos
Parecen espejos oxidados.
Respiras; aparecen nuevas formas,
y la música de un deseo tan extendido
como la primavera comienza a moverse
como un gran carro.
Conduce despacio.
¡Algunos de los que caminamos al lado
estamos cojos!
~
Hoy, como todos los días, nos levantamos vacíos
y asustados. No abras la puerta del estudio
y ponte a leer. Baja un instrumento musical.
Deja que la belleza que amamos sea lo que hagamos.
Hay cientos de formas de arrodillarse y besar el suelo.
~
Más allá de las ideas de lo que está mal y lo que está bien,
hay un campo. Te encontraré allí.
Cuando el alma se acuesta en esa hierba,
el mundo está demasiado lleno para hablar de él.
Las ideas, el lenguaje, incluso la frase de cada uno
no tienen ningún sentido.
~
La brisa del amanecer tiene secretos que contarte.
No vuelvas a dormirte.
Debes pedir lo que realmente quieres.
No vuelvas a dormir.
La gente va y viene por el umbral de la puerta
donde los dos mundos se tocan.
La puerta es redonda y está abierta.
No vuelvas a dormir.
Me encantaría besarte.
El precio del beso es tu vida.
Ahora mi amor corre hacia mi vida gritando,
Qué ganga, comprémosla.
La luz del día, llena de pequeñas partículas danzantes
y el único gran giro, nuestras almas
bailan contigo, sin pies, bailan.
¿Puedes verlas cuando te susurro al oído?
~
Intentan decir qué eres, espiritual o sexual?
Se preguntan por Salomón y todas sus esposas.
En el cuerpo del mundo, dicen, hay un alma
y tú eres eso.
Pero tenemos caminos dentro del otro
que nunca serán dichos por nadie.
~
Ven al huerto en primavera.
Hay luz y vino, y dulzuras
en las flores de granada.
Si no vienes, éstas no importan.
Si vienes, éstas no importan.