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Alger Hiss

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El jurado volvió de sus deliberaciones el 21 de enero de 1950. ¿El veredicto? Culpable de dos cargos de perjurio.

Alger Hiss (en la foto), un ex abogado del gobierno y funcionario del Departamento de Estado, bien educado y con buenas conexiones, que ayudó a crear las Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial, se dirigía a la cárcel de Atlanta por mentir a un gran jurado federal.

El tema central del juicio fue el espionaje. En agosto de 1948, Whittaker Chambers -editor principal de la revista Time- fue llamado por el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes para corroborar el testimonio de Elizabeth Bentley, una espía soviética que había desertado en 1945 y acusado de espionaje a decenas de miembros del gobierno estadounidense. Uno de los funcionarios a los que nombró como posible conexión con los soviéticos fue Alger Hiss.

El FBI comenzó inmediatamente a investigar sus afirmaciones para asegurarse de que aquellos que fueron nombrados de forma creíble -incluido Hiss- no siguieran teniendo acceso a los secretos del gobierno o al poder. A medida que la investigación sobre Bentley y otros asuntos relacionados se profundizaba en 1946 y 1947, el Congreso tomó conciencia y se preocupó por el caso. Los detalles se filtraron a la prensa, y la investigación se convirtió en noticia nacional y se vio envuelta en la política partidista en el período previo a las elecciones presidenciales de 1948.

Chambers, que había renunciado al Partido Comunista a finales de la década de 1930, testificó de mala gana ese caluroso día de verano. Finalmente reconoció que había formado parte de la clandestinidad comunista en los años 30 y que Hiss y otros habían sido miembros del grupo.

En un testimonio posterior, Hiss negó con vehemencia la acusación. Después de todo, Chambers no había ofrecido ninguna prueba de que Hiss hubiera cometido espionaje o hubiera estado previamente relacionado con Bentley o con el grupo comunista.

Podría haber terminado ahí, pero los miembros del comité -especialmente el entonces congresista de California Richard Nixon- incitaron a Chambers a revelar información que sugería que había algo más en su historia y en su relación con Hiss. En un testimonio posterior, Hiss admitió haber conocido a Chambers en la década de 1930, pero siguió negando cualquier vínculo con el comunismo y más tarde presentó una demanda por difamación contra su acusador.

El comité estaba dividido. ¿Quién decía la verdad, Hiss o Chambers? Y ¿debía alguno de los dos ser acusado de perjurio?

Un giro clave en los acontecimientos se produjo en noviembre de 1948, cuando Chambers presentó documentos que demostraban que tanto él como Hiss estaban cometiendo espionaje. Luego, a principios de diciembre, Chambers proporcionó al comité un paquete de microfilms y otra información que había escondido dentro de una calabaza en su granja de Maryland. Las dos revelaciones, que se conocieron como los «Papeles de la Calabaza», contenían imágenes de materiales del Departamento de Estado -incluyendo notas de puño y letra de Hiss.

Era la pistola humeante que el Departamento de Justicia necesitaba. Hiss fue acusado de perjurio; no se le pudo acusar de espionaje porque había prescrito. Una extensa investigación del FBI ayudó a desarrollar una gran cantidad de pruebas que verificaban las declaraciones de Chambers y revelaban los encubrimientos de Hiss.

En 1949, el primer juicio dio lugar a un jurado en desacuerdo, pero en 1950, Hiss fue condenado. El 21 de enero de 1950 fue condenado a cinco años de prisión, poniendo fin a un importante caso que ayudó a confirmar aún más la creciente penetración del gobierno estadounidense por parte de los soviéticos durante la Guerra Fría.

Para más información:
– Registros del caso del FBI sobre Alger Hiss

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