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¿Qué es la bursitis?

La bursitis es una inflamación de una bursa (singular) o de las bursas (plural). Se trata de pequeños sacos llenos de líquido que amortiguan los huesos en las articulaciones y minimizan la fricción entre ellos. Hay más de 150 bursas en el cuerpo humano. La bursitis afecta con mayor frecuencia a las bursas de las articulaciones de los hombros, los codos o las caderas, pero puede producirse en otros lugares, como la rodilla, el talón y la base del dedo gordo del pie.

¿Cuáles son algunos de los síntomas de la bursitis?

Los síntomas de la bursitis pueden incluir dolor, normalmente caracterizado como un dolor sordo o rigidez alrededor de la zona afectada. El dolor de la bursitis puede empeorar como resultado del movimiento o la presión. En ocasiones, la bursitis indica la presencia de una infección que requerirá tratamiento con antibióticos. Si la zona se siente hinchada y está caliente al tacto y nota enrojecimiento en la piel sobre la articulación, debe acudir al médico.

¿Cuáles son las causas de la bursitis?

La inflamación que causa la bursitis suele tener su origen en una lesión debida al uso repetitivo o a la presión. Por ejemplo, la bursitis del hombro es común entre los lanzadores de béisbol y la «rodilla de criada» es el nombre pintoresco de la bursitis relacionada con pasar demasiado tiempo arrodillado. El estrés físico repetido puede causar bursitis en las siguientes zonas:

  • Hombro. Esto suele ocurrir después de un traumatismo en el manguito de los rotadores, los músculos y tendones que conectan la parte superior del brazo con el omóplato. Además de las actividades repetitivas (como lanzar una pelota), las causas pueden incluir lesiones por caídas o por levantar objetos.
  • Codo. Se desarrolla como resultado de la flexión y extensión repetitiva del codo (por actividades como balancear una raqueta de tenis, pero también puede ocurrir por actividades cotidianas como empujar una aspiradora hacia adelante y hacia atrás). Apoyarse habitualmente en el codo también puede ser la causa.
  • Glúteos. Normalmente, la bursitis en la bursa sobre los huesos de los glúteos se produce por sentarse en una superficie dura durante periodos prolongados, como la que se produce si se monta en bicicleta con frecuencia.
  • Cadera. Suele ser consecuencia de la artrosis, de una lesión de cadera o de la presión ejercida por estar habitualmente de pie o sentado durante periodos prolongados.
  • Rodilla. Con este tipo de bursitis, se puede ver una protuberancia suave en forma de huevo en la parte delantera de la rodilla. El hecho de arrodillarse repetidamente mientras se friega el suelo, se trabaja en el jardín, se colocan baldosas o se realizan otras actividades que ejercen presión sobre las rodillas puede desencadenarla. Además, un golpe fuerte en la rodilla puede inflamar las bursas que rodean la rótula. Eres más susceptible de padecer bursitis de rodilla si tienes artrosis y sobrepeso.
  • Tobillo. Suele producirse por llevar un calzado inadecuado.
    • ¿Cuál es el tratamiento convencional de la bursitis?

      La primera línea de tratamiento para la bursitis es descansar la zona afectada y aplicar hielo para reducir cualquier inflamación. El tratamiento convencional también incluye medicamentos antiinflamatorios, que pueden ser irritantes para el estómago.

      En algunos casos, el médico recomendará terapia física o ejercicios para fortalecer los músculos de la zona afectada por la bursitis. En ocasiones, la bursa debe ser drenada quirúrgicamente, pero sólo en raras ocasiones es necesaria la extirpación quirúrgica de la bursa afectada.

      Si los cuidados caseros no funcionan, la medicina convencional trata la bursitis con inyecciones locales de corticoesteroides. Aunque las inyecciones pueden funcionar muy bien para suprimir la inflamación, lo hacen a expensas de la función inmunitaria y no fomentan la curación. Por esta razón, estos fármacos deben reservarse sólo para problemas graves.

      ¿Qué tratamientos naturales para la bursitis recomienda el Dr. Weil?

      Además del reposo para evitar una mayor irritación y permitir que comience la curación, aplique DMSO (dimetilsulfóxido), una sustancia química hecha de pulpa de madera que penetra en la piel y promueve la curación de los focos de inflamación. Utilice una solución de DMSO al 70 por ciento y aplíquela en la zona afectada con un algodón absorbente. Déjalo secar. Aplique la solución tres veces al día durante tres días. Si no observa ninguna mejora, deje de utilizarla. Si nota una mejoría en la bursitis, reduzca a dos veces al día durante tres días más, y luego a una vez al día durante los últimos tres días. Después de eso, su cuerpo puede seguir curándose por sí mismo.

      El DMSO puede causar una sensación de calor o picor y puede darle un extraño sabor a ajo en la boca. No hay motivo de preocupación por ninguna de estas reacciones. El DMSO también disuelve las fibras sintéticas, así que tenga cuidado de no manchar la ropa o la tapicería. Puede comprar DMSO en la mayoría de las tiendas de alimentos saludables. Diluya las soluciones al 100% o al 90% hasta el 70% con agua destilada. La mezcla se calentará; deje que se enfríe antes de usarla.

      Como alternativa, la acupuntura puede proporcionar un alivio sintomático del dolor de la bursitis y es mucho más segura que los medicamentos antiinflamatorios o las inyecciones de esteroides.

      También puede tomar dos cápsulas de 500 mg de jengibre en polvo una o dos veces al día. El jengibre es un eficaz agente antiinflamatorio natural.

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