Los frenos eléctricos del remolque funcionan de forma muy similar a los frenos de tambor de los coches y camiones. Hay dos zapatas de freno para cada rueda, cada una tiene forma de media luna. Se sujetan sin apretar a la placa de apoyo del freno con sus superficies de fricción orientadas en sentido contrario para formar casi un círculo completo. Las zapatas se apoyan en un tope en la parte inferior, mientras que en la parte superior se apoyan en el brazo de accionamiento. Este brazo se extiende por la parte delantera de las zapatas. En el extremo inferior de este brazo se acopla un electroimán. La placa de apoyo se atornilla a una brida del eje del remolque, a través de la cual pasa el eje para el cubo y los cojinetes. El cubo, que contiene los cojinetes de la rueda, es una parte integral del tambor de freno. El tambor se parece a un molde redondo para pasteles, pero está hecho de acero fundido pesado. La superficie interior de los lados de la «cacerola» está mecanizada de forma lisa. Esta superficie es contra la que presionan las zapatas de freno cuando se aplica el freno. Cuando el conjunto de cubo y tambor se instala en el eje, la superficie interior del tambor está a una fracción de pulgada de la superficie de fricción de las zapatas, y el imán está muy cerca de la parte delantera interior del tambor. La corriente eléctrica procedente del controlador de los frenos da energía a este imán que, a su vez, trata de adherirse al tambor de freno que gira. El movimiento de rotación del tambor hace que el brazo de accionamiento pivote, separando las zapatas de freno, haciendo que entren en contacto con el tambor de freno y apliquen los frenos.