«Según mi experiencia, al haber trabajado con muchas víctimas y personas de su entorno, la gente culpa a las víctimas para poder seguir sintiéndose segura», explica Gilin. «Creo que les ayuda a sentir que nunca les van a pasar cosas malas. Pueden seguir sintiéndose seguros. Seguramente, hubo alguna razón por la que el hijo del vecino fue agredido, y eso nunca le ocurrirá a su hijo porque ese otro padre debe haber estado haciendo algo malo.»
Hamby añade que incluso las personas más bien intencionadas contribuyen a veces a culpar a las víctimas, como los terapeutas que trabajan en programas de prevención en los que se dan recomendaciones a las mujeres sobre cómo ser cuidadosas y evitar ser víctimas de un delito.
«Lo más seguro sería no salir nunca de casa, porque así sería mucho menos probable ser víctima», dice. «No creo que la gente haya hecho un buen trabajo pensando en eso y tratando de decir cuáles son los límites de la responsabilidad de la gente para evitar el crimen».
Laura Niemi, asociada postdoctoral en psicología en la Universidad de Harvard, y Liane Young, profesora de psicología en el Boston College, han estado llevando a cabo una investigación que esperan que aborde el fenómeno de la culpabilización de las víctimas de forma directa. Este verano publicaron sus conclusiones en Personality and Social Psychology Bulletin.
Su investigación, en la que participaron 994 personas y cuatro estudios distintos, arrojó varias conclusiones significativas. En primer lugar, observaron que los valores morales desempeñan un papel importante a la hora de determinar la probabilidad de que alguien adopte conductas de culpabilización de la víctima, como calificarla de «contaminada» en lugar de «herida» y, por tanto, estigmatizarla más por haber sido víctima de un delito. Niemi y Young identificaron dos conjuntos principales de valores morales: los valores vinculantes y los valores individualizadores. Aunque todo el mundo tiene una mezcla de ambos, las personas que muestran valores vinculantes más fuertes tienden a favorecer la protección de un grupo o de los intereses de un equipo en su conjunto, mientras que las personas que muestran valores individualizadores más fuertes se centran más en la justicia y en la prevención del daño a un individuo.
Niemi explica que un mayor respaldo a los valores vinculantes predijo de forma fiable las actitudes estigmatizantes sobre las víctimas, tanto en el contexto de los delitos sexuales como de los no sexuales. Las personas que estaban a favor de los valores vinculantes eran más propensas a ver a las víctimas como culpables, mientras que las personas que estaban a favor de los valores individualizadores eran más propensas a simpatizar con las víctimas.
En otro estudio, Niemi y Young presentaron a los participantes viñetas que describían delitos hipotéticos, como: «Lisa fue abordada por Dan en una fiesta. Dan le dio a Lisa una bebida con Rohypnol. Más tarde, esa noche, Lisa fue agredida por Dan». A continuación, se preguntó a los participantes qué podría haber cambiado en los acontecimientos para lograr un resultado diferente.
Sorprendentemente, los participantes que mostraban valores vinculantes más fuertes eran más propensos a asignar la responsabilidad del delito a la víctima o a sugerir acciones que ésta podría haber tomado para cambiar el resultado. Las personas que mostraban valores individualizadores más fuertes tendían a hacer lo contrario. Pero cuando los investigadores manipularon el lenguaje de las viñetas, encontraron algo interesante.