¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

Visita de la madre y los hermanos

Jesús estaba hablando a un grupo de sus discípulos cuando alguien dijo que su madre y sus hermanos estaban fuera y pedían hablar con él (Mateo 12:46). Típicamente, uno pensaría que la mayoría de las personas se excusarían y dirían: «Vuelvo enseguida. Mi madre quiere hablar conmigo», pero Jesús no es típico de ninguna manera. En lugar de detenerse y salir a hablar con su madre y sus hermanos, que venían buscando hablar con Él, convierte esta pregunta en otra pregunta al hombre que le dijo esto. Hace una pregunta retórica: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos (Mateo 12:48)? Ciertamente, no está hablando de su madre biológica ni de sus hermanos, que en realidad eran sus hermanastros, ya que sólo estaban emparentados por su madre. Está hablando de aquellos que creen en Él, y al creer en Él, hacen lo que Él pide. Jesús no está siendo irrespetuoso o grosero con su madre o sus hermanos. Quizás después de decir esto salió a hablar con ellos. Estos versos tampoco dicen que Él la ignoró totalmente. No podemos leer en el texto lo que no está ahí.

Relacionados por la obediencia

Si Jesús mirara tu vida y la mía, ¿cómo sabría que estamos relacionados con su Padre? Sería obvio si estuviéramos obedeciendo a Su Padre, Dios el Padre, en el cielo. Si no nos pareciéramos en nada a nuestro Padre celestial, y si no obedeciéramos lo que Dios nos manda, entonces claramente no seríamos hermanos de Jesús, porque Jesús dice que todo el que hace la voluntad del Padre es su madre, sus hermanos y sus hermanas (Mateo 12:50). Es decir, hay un parecido familiar, no por la apariencia necesariamente, sino por las costumbres familiares: hacer la voluntad de Dios Padre. Si estamos haciendo la voluntad del Padre, debemos estar emparentados con Él, y si estamos emparentados con Dios Padre por adopción (Ef 1:5), entonces ciertamente estamos emparentados con Jesús.

¿Quién es tu Padre?

Si estamos actuando como hijos de Dios, entonces estaremos participando de la misma copa de la que Jesús tuvo que beber (Mat 20:22). Estaremos haciendo lo que Dios Padre quiere que hagamos (Mateo 12:50). Estaremos haciendo cosas similares a las que hizo Jesús (Mt 25:40), y como hizo Jesús con los que estaban a su alrededor, extenderá su mano y dirá que somos los que verdaderamente son su madre y sus hermanos (Mt 12:49). No es una cuestión de linaje, sino de discipulado. Si estamos emparentados con Dios el Padre, como se evidencia al hacer su voluntad, estamos emparentados con Jesús. Es tan simple como eso.