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The Wall Street Journal

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Una de las primeras cosas que desaparecen suele ser el sueño reparador.

Sólo eso haría que alguien estuviera nervioso, irritable y agotado. Pero luego vienen las palpitaciones, la dificultad para recordar palabras conocidas, la pérdida de deseo sexual, los cambios de humor y la ansiedad.

A las mujeres que se encuentran con estos síntomas entre los 30 y los 40 años se les suelen recetar pastillas para dormir, tranquilizantes, antidepresivos o ansiolíticos.

Sin embargo, todos estos síntomas y otros más (migrañas, dolores articulares y musculares, sequedad de la piel, adelgazamiento del cabello, aumento de peso y problemas digestivos) pueden deberse a la fluctuación de los niveles de las hormonas estrógeno y progesterona que comienzan hasta 10 años antes de la menopausia.

Esta fase de la vida, denominada perimenopausia o transición menopáusica, comienza cuando los períodos mensuales de la mujer se vuelven erráticos por primera vez, y se reconoce cada vez más como el momento en que los síntomas pueden ser más graves. También hay una creciente conciencia de que esos síntomas van mucho más allá de los sofocos, la sequedad vaginal y la pérdida de masa ósea típicamente asociados con la menopausia, para incluir una amplia gama de funciones emocionales, cognitivas y fisiológicas afectadas por el estrógeno.

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