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San León I

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San León I, apodado León el Grande, (nacido en el siglo IV, en Toscana, fallecido el 10 de noviembre de 461, en Roma; fiesta occidental el 10 de noviembre, fiesta oriental el 18 de febrero), papa desde el año 440 hasta el 461, exponente magistral de la supremacía papal. Su pontificado -que vio la desintegración del Imperio Romano en Occidente y la formación en Oriente de las diferencias teológicas que iban a dividir a la cristiandad- se dedicó a salvaguardar la ortodoxia y a asegurar la unidad de la iglesia occidental bajo la supremacía papal.

Consagrado el 29 de septiembre de 440, como sucesor de San Sixto III, León, uno de los pocos papas calificados de grandes, trabajó inmediatamente en la supresión de la herejía, que consideraba la causa de la corrupción y la desunión. Sin embargo, su logro teológico más significativo no fue la supresión negativa de la herejía, sino su formulación positiva de la ortodoxia.

Su tratamiento del monje Eutiques de Constantinopla ofrece un ejemplo. El monje había fundado el eutiquianismo, una forma extrema de monofisitismo que sostenía que Cristo tenía una sola naturaleza, su naturaleza humana absorbida en su naturaleza divina. El patriarca Flaviano de Constantinopla excomulgó a Eutiques, quien apeló a León. Después de examinar el caso, León envió a Flaviano (449) su célebre Tomo, que rechazaba la enseñanza de Eutiques y presentaba una doctrina precisa y sistemática de la Encarnación de Cristo y de la unión de sus dos naturalezas. En 451 el Concilio de Calcedonia (actual Kadikoy, Turquía), convocado para condenar el eutiquianismo, declaró que el Tomo de León era la verdad última. Además, el concilio reconoció la doctrina de León como «la voz de Pedro». Así, para la iglesia, el Tomo de León estableció la doctrina de que las naturalezas de Cristo coexisten y su Encarnación revela cómo la naturaleza humana es restaurada a la unidad perfecta con el ser divino, o absoluto.

Las 432 cartas y 96 sermones de León exponen su precepto de la primacía papal en la jurisdicción de la iglesia. Sostenía que el poder papal fue concedido por Cristo sólo a San Pedro, y que ese poder fue transmitido por Pedro a sus sucesores. En una carta, por ejemplo, advirtió al obispo de Tesalónica que, aunque se le había confiado el cargo y compartía la solicitud de León, «no debía poseer la plenitud del poder»

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Leo aumentó aún más el prestigio del papado y ayudó a poner el liderazgo de Occidente en sus manos al tratar con las tribus invasoras. Convenció a los hunos, un pueblo nómada que aterrorizaba el norte de Italia, de que no atacaran Roma (452), y a los vándalos, un pueblo germánico, de que no saquearan Roma cuando la ocuparon tres años después. León fue declarado doctor de la Iglesia por el Papa Benedicto XIV en 1754.

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