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Comprensión histórica y contemporánea de la esquizofrenia

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Comprensión histórica y contemporánea

Las enfermedades mentales no se comprendían bien en la antigüedad. Condiciones como la esquizofrenia no se diferenciaban de otras formas de enfermedad mental o retraso mental, muchas de las cuales se consideraban de origen sobrenatural, causadas por espíritus malignos, posesión demoníaca, castigo por el pecado o fenómenos espiritistas similares. Aparte del exorcismo, un remedio temprano para tales condiciones se encontró en la trepanación, un procedimiento quirúrgico en el que se perforaban agujeros en el cráneo, tal vez como un medio para dejar salir esos espíritus malignos, tal vez por otras razones desconocidas. Aunque la práctica de la trepanación terminó por desaparecer en las culturas desarrolladas, la idea de que la esquizofrenia era esencialmente un problema espiritual y moral parece haber seguido siendo dominante durante cientos, si no miles de años.

La primera descripción formal de la esquizofrenia como enfermedad mental fue realizada en 1887 por el Dr. Emile Kraepelin. Utilizó el término «dementia praecox» para describir los síntomas que ahora se conocen como esquizofrenia. Dementia praecox significa «demencia precoz». Al llamar a su síndrome «demencia precoz», pretendía diferenciarlo de las demencias que se producen más tarde en la vida, como la enfermedad de Alzheimer (senilidad). Acertadamente, Kraepelin creía que la demencia precoz era principalmente una enfermedad del cerebro. Sin embargo, se equivocó al creer que este trastorno era una forma de demencia. Ahora se sabe que la esquizofrenia y la demencia (deterioro mental) son trastornos distintos.

El término «esquizofrenia» fue utilizado por primera vez en 1911 por un psiquiatra suizo, Eugen Bleuler. Viene de las raíces griegas schizo (división) y phrene (mente). Bleuler utilizó este nombre para destacar la confusión mental y el pensamiento fragmentado característicos de las personas que padecen la enfermedad. Su término no pretendía transmitir la idea de una verdadera escisión o personalidad múltiple. Sin embargo, esta confusión se ha convertido en un mito común y bastante arraigado con respecto a la esquizofrenia que continúa hasta nuestros días.

Aunque Bleuler fue el primero en describir los síntomas como «positivos» o «negativos», tanto Kraepelin como Bleuler reconocieron que los síntomas de la esquizofrenia tendían a agruparse en distintas categorías. Crearon una tipología de subtipos esquizofrénicos que sigue utilizándose en la actualidad. Las categorías modernas de esquizofrenia reconocidas por el DSM (Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales; el repositorio de diagnósticos de salud mental, actualmente en su cuarta edición revisada) incluyen los subtipos paranoide, desorganizado, catatónico, residual e indiferenciado, cada uno de ellos basado en un grupo particular de síntomas distintos.

La siguiente contribución importante al progreso de la comprensión de la esquizofrenia llegó cuando Kurt Schneider enumeró sus características de «primer rango» de la enfermedad en 1959. Este importante trabajo diferenció eficazmente la esquizofrenia de otras psicosis y sirvió de inspiración para los dos manuales de diagnóstico ampliamente utilizados para definir la esquizofrenia moderna, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE, actualmente en su 10ª edición) y el DSM. La definición y los criterios de diagnóstico de la esquizofrenia codificados en estos manuales siguen evolucionando en la actualidad, basándose principalmente en los nuevos descubrimientos de la investigación que iluminan aún más la enfermedad.

A medida que la clasificación de la esquizofrenia se perfeccionaba, también lo hacían las teorías sobre sus causas. Gregory Bateson y sus colegas ofrecieron la teoría del «doble vínculo» a mediados de la década de 1950. Esta teoría proponía que la esquizofrenia estaba causada por formas particulares de mala crianza, concretamente cuando los padres decían explícitamente una cosa y luego la contradecían con mensajes inconscientes implícitos de contenido opuesto. Por ejemplo, los padres podían elogiar a su hijo, pero tratarlo mal. Esta teoría ha sido ampliamente desacreditada y descartada por falta de pruebas científicas convincentes. Sin embargo, la idea de que los acontecimientos vitales estresantes (como tener padres locos) pueden desempeñar un papel en la causa de la esquizofrenia sigue siendo importante en los modelos modernos de «diátesis-estrés» de la esquizofrenia.

Una diátesis es una vulnerabilidad. Los modelos de diátesis-estrés de la esquizofrenia proponen básicamente que las personas tienen predisposiciones y vulnerabilidades para la esquizofrenia (diátesis). Algunas personas tienen más de estas susceptibilidades que otras, por diversas razones que tienen que ver con la genética, la biología y la experiencia. Sin embargo, la propensión a la esquizofrenia por sí sola no es suficiente para desencadenar el trastorno. En cambio, las vulnerabilidades de las personas deben interactuar con las tensiones de la vida para desencadenar la aparición de la enfermedad. Cuanto mayor sea la propensión inherente de una persona a desarrollar esquizofrenia, menor será el estrés necesario para desencadenar un episodio psicótico e iniciar el trastorno. Por el contrario, cuanto menor es la propensión a desarrollar esquizofrenia, se requiere un mayor estrés para producir el trastorno. Hasta que no se alcanza esta cantidad crítica de estrés (por mucho o poco que sea necesario) no se puede decir que las personas tengan esquizofrenia, y se podría decir que sus vulnerabilidades están «latentes» (ocultas). Varias fuentes de estrés pueden combinarse para producir el efecto liberador, incluidos los factores de estrés psicológico, social y biológico (incluidos los traumas, la depresión, los virus, las complicaciones del parto y enfermedades similares). El uso de ciertas drogas «recreativas» como la marihuana o el LSD también puede ser capaz de liberar una diátesis oculta hacia el desarrollo de la esquizofrenia.

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